Leia y Yago, fotografía de Carlos Crespo Ochoa
"Las diversas formas de explotación y
destrucción de la vida animal (y no sólo animal) en las sociedades
industrializadas del capitalismo tardío ponen de manifiesto los fundamentos
mismos de un sistema para el que todo lo vivo es reducible a mercancía. La
destrucción medioambiental, la hecatombe de la biodiversidad, la
experimentación con animales, el horror de la actual
ganadería industrial…cualquier mirada que dirijamos al lugar que se
reserva a los otros animales en nuestras sociedades nos lleva a una
conclusión: su consideración como objeto, mercancía, útil tan sólo en la medida
en que proporciona beneficio. Y, sin embargo, esta realidad está
llamativamente ausente. Tanto de la reflexión teórica y política como de
la percepción cotidiana de la mayoría de la gente. Así, en el pensamiento
filosófico español la reflexión sobre los animales no humanos ha sido marginal
frente a la relevancia del mismo en el ámbito anglosajón/1.
Podría
pensarse que los planteamientos que abogan por los derechos de los animales o
que propugnan, con mayor o menor radicalidad, el bienestar animal ocuparían el
lugar central que les corresponde dentro del movimiento ecologista; sin embargo
no siempre es así y uno tiene la impresión de que, en muchas ocasiones, se
olvidan al enumerar los retos y tareas urgentes del movimiento. Si esto ocurre
en el ecologismo, al menos para mi mirada sin duda suspicaz, en lo que respecta
a los partidos de izquierda incluida la más alternativa, la ausencia es
clamorosa. Se diría un asunto teóricamente enojoso para el pensamiento marxista
y de difícil encaje en la lucha política/2. Se tiene la impresión de que
las tesis animalistas son, en el mejor de los casos, un alibí simpático y
pintoresco que puede, a última hora, ser incluido en un programa electoral o al
que dedicar una pequeña nota a pie de página de un texto que hable de cosas
realmente importantes. Y aquí, creo, está una de las claves: es este un
problema que no pertenece a la realidad/3. El sufrimiento animal no
existe, forma parte de la materia oscura sobre la que se sustentan los
fenómenos más sangrantes e inadmisibles de la explotación capitalista (y en
general de cualquier sociedad productivista que, hasta el momento, han sido
todas las existentes; y por supuesto las llamadas de “socialismo real”).
Pienso que a la reflexión sobre los
animales no humanos se aplica la misma mirada que tenía que soportar no hace
mucho tiempo el movimiento ecologista y la que, al menos durante casi un siglo,
soportó el movimiento feminista: algo residual con respecto al núcleo duro del
pensamiento “revolucionario” y que un marxismo de manual consideraba ajeno a la
lucha de clases. (...)"
El animal nos mira y estamos desnudos ante él
(Jacques Derrida)
Y empecemos con lo más difícil que, como
suele suceder, es lo más evidente. Una mirada. Frente a frente con el animal. Y
una escucha: lo que, desde su silencio, nos dicen los animales. La
responsabilidad que nace de este encuentro. Solo después de este ejercicio de
modestia será posible buscar respuestas.
Encuentro con el otro que funda la
subjetividad y, a la vez, nos liga en “una responsabilidad de la que no hay
escapatoria, de la que yo no podría librarme.” Y esa deuda impagable se expresa
en la mirada: “Lo que se expresa en la desnudez- el rostro- es alguien hasta el
punto de apelar a mi, de colocarse bajo mi responsabilidad; desde ese momento,
yo tengo que responder por él” (Lévinas, 1994, pp. 31 y 23) Si esto es así en
nuestra relación interpersonal sucede también, de una manera más radical, en
nuestro mirar a los animales no humanos. Pues el extrañamiento (la salida de
uno mismo) y la conmoción de sentir la llamada del otro es aún mayor. Estamos
ante un enigma, desnudos de lenguaje y de certezas.
El diálogo que nace de este
encuentro carece de palabras (Crespo
Massieu, 2004). Vemos, tal vez, una forma de estar en el mundo que pudo ser la
nuestra (un puro estar sin conciencia, sin historia, sin tiempo) y que puede
ser añoranza y tensión de futuro. Y lo que se siente entonces es una distancia
que se diría insalvable y a la vez la posibilidad (y la necesidad) de salvarla.
Lo que Rilke nos dejó en la VIII de sus Elegías de Duino: la mirada del animal como lo
Abierto, ausente de historia, ajeno a la distinción vida-muerte; el mundo de
las meras relaciones, un vivir en el mundo frente al humano vivir frente al
mundo/5. Lo que Heidegger considera una “pobreza de mundo” en la lectura que
hace de Rilke y a la que caracteriza como “una monstruosa antropomorfización
del animal… y una correspondiente animalización del hombre” (Agamben, 2005,
p.76)/6. (...)
La materia oscura: un espacio
para el olvido
¿Cuál es nuestra respuesta? ¿Cuál nuestro
hacer- o no hacer- frente al dolor y el sufrimiento de los animales no
humanos? ¿Lo vemos acaso? ¿Existen para nosotros o han entrado ya en el
inexistente reino de la mercancía? ¿Han entrado ya en la fantasmagoría propia
del capital: la conversión de vida (y muerte) en algo irreal? ¿Han
sido convertidos en “producto”, hermética bolsa de plástico,
cajita con código de barras? ¿Han sido ya “procesados”? Pues todo ello
sucede dentro de una realidad paralela, siempre invisible y se diría que, a
efectos prácticos, inexistente.
El sufrimiento de los animales, en la
dimensión gigantesca y pavorosa que ha adquirido con la ganadería
industrial, forma parte de lo que podemos llamar la “materia
oscura” de las actuales sociedades industrializadas. En astrofísica
“se denomina materia oscura a la materia de composición desconocida
que no emite o refleja suficiente radiación para ser observada directamente”
materia que constituye el 25% del universo frente al 5% ocupado por la materia
común. Al igual que esta materia oscura “parece formar el andamiaje oculto
que apuntala los lugares de construcción de estrellas y galaxias”/7; así los procesos “invisibles” de explotación son
cada vez más el andamiaje que apuntala los mecanismos esenciales
de nuestras sociedades capitalistas. La opacidad absoluta de los mecanismos
financieros, el bienestar sustentado sobre la explotación de los
países del sur, los procesos de expoliación de la naturaleza, el
sufrimiento infantil, la emigración… se nos aparecen, cada vez más, como
materia oscura: con la asombrosa pero invisible densidad de un “agujero negro”.Tal vez siempre haya sido así, y de ahí la
dificultad de desvelar los procesos de la explotación capitalista,
de hacer real lo que el capital convierte en fantasmagoría; lo que
se expone en ese minucioso desmontaje de los mecanismos internos de
la explotación que es El Capital, esa búsqueda de la verdad llevada a sus
últimas consecuencias (de ahí la sugerencia de leerlo como una novela
policíaca).
Por eso es necesario desenmascarar las nuevas formas
de invisibilidad, nuevos espacios de “lo no existente”, la
topografía del ocultamiento: por ejemplo los CIE, lugar donde los
“sin papeles” desaparecen tras los muros que definitivamente los convierten en
inexistentes/8.
Ensamblar un coche es como trocear una vaca, pero al revés
Un tren en marcha (hacia el abismo) sin frenos de emergencia
"La relación del tren con el desarrollo y expansión del capitalismo
y con la destrucción de formas tradicionales de vida es reveladora. La
asociación del tren y el transporte de animales y humanos hacia la muerte también.
Adiós Cordera de Clarín (1893) lo ejemplifica con una intensidad y belleza
conmovedoras. La infancia compartida de Rosa y Pinín con la vaca Cordera, la
venta del animal, su partida al matadero. Cuando ven el tren en el que “en un furgón cerrado, en
unas estrechas ventanas altas o respiraderos, vislumbraron los hermanos gemelos
cabezas de vacas que, pasmadas, miraban por aquellos tragaluces” y gritan su
despedida, Pinín hace estallar la feroz crítica social que late en el cuento
de Clarín: “La lleva al matadero…Carne de vaca para comer los señores, los
curas…los indianos.” Esto bastaría para hacer del relato una de las más
demoledoras denuncias de la injusticia social de la prosa realista, pero Clarín
va más lejos y, en la breve sección final, el cuento se convierte en un
vibrante alegato antibelicista. (...)"
"(...) Las incipientes técnicas de los mataderos
y granjas de animales, que inspiraron las cadenas de montaje de H. Ford, serán
aplicadas a seres humanos cerrando así esta infernal analogía. Leemos en Vida y
destino, la novela de Vasili Grossman: "Antes del sacrificio del ganado infectado
deben adoptarse varias medidas preventivas: el transporte, la concentración en
puntos adecuados, la instrucción de personal cualificado, la excavación de
fosas y zanjas. La población que colabora con las autoridades para llevar el
ganado infectado a los mataderos o para capturar los animales dispersos no lo
hace por un odio cerval hacia los terneros y las vacas, sino por instinto de
conservación. Asimismo, en los casos de exterminios masivos de
personas la población local no profesa un odio sanguinario contra las mujeres,
los ancianos y los niños que van a ser
aniquilados". (Grossman, 2007, p. 260).
La analogía se refuerza pues esta secuencia narrativa la vemos a través del pequeño David que experimenta el horror del sufrimiento de los animales: “David fue a la estación de mercancías dos veces y vio como cargaban en los vagones a toros, carneros y cerdos. Un toro mugía potente como si sufriera o implorara piedad. Al niño le atenazó un miedo pavoroso…” (Gossman, 2007, p. 258). Él que, al asistir al degüello de una gallina, “sintió la muerte con una claridad y una profundidad que sólo son capaces de alcanzar los niños y los grandes filósofos” (Gossman, 2007, p. 255). Él que al asistir al será transportado como ganado y morirá como otros seis millones de seres humanos “procesados” en los campos de exterminio.(...)"
La analogía se refuerza pues esta secuencia narrativa la vemos a través del pequeño David que experimenta el horror del sufrimiento de los animales: “David fue a la estación de mercancías dos veces y vio como cargaban en los vagones a toros, carneros y cerdos. Un toro mugía potente como si sufriera o implorara piedad. Al niño le atenazó un miedo pavoroso…” (Gossman, 2007, p. 258). Él que, al asistir al degüello de una gallina, “sintió la muerte con una claridad y una profundidad que sólo son capaces de alcanzar los niños y los grandes filósofos” (Gossman, 2007, p. 255). Él que al asistir al será transportado como ganado y morirá como otros seis millones de seres humanos “procesados” en los campos de exterminio.(...)"
Cuando Emmanuel Lévinas y sus compañeros, recluidos en un campo de
internamiento, encuentran a ese perro vagabundo al que califica de “último
kantiano de Alemania”; nos dice: “para él -era innegable- fuimos hombres” pues les devuelve a ellos, que eran “seres sin
lenguaje”, el poder de nombrar (Lévinas, 1998, p. 20). En este encuentro la
menesterosa dignidad del animal y del humano ha sido restituida y la meticulosa
ciencia del verdugo anulada. La misma devolución de sentido opera en el poema
de Juan Carlos Mestre: “Me llamaron judío,/ perro judío,/ comunista judío hijo
de perro.// Para alguien que ha tenido un perro/ la palabra perro es fiel como
la palabra amigo,/hermosa como la palabra estrella,/ necesaria como
la palabra martillo.”(Mestre, 2004, p. 44)
Ante el sufrimiento inflingido a los animales hay
diversas posturas: indiferencia sin duda; pero también la vergüenza. El
estremecedor poema de Antonio Gamoneda, Malos recuerdos/16, se abre con una
cita de Marx: “La vergüenza es un sentimiento revolucionario”; y ante el
imborrable recuerdo del sufrimiento gratuito causado a una perra en la infancia
y un compromiso no cumplido concluye: “Mi vergüenza es tan grande como mi
cuerpo,/ pero aunque tuviese el tamaño de la tierra/ no podría volver y despegar/ el cable de aquel vientre ni
enviar/ la carta del soldado.” (Gamoneda, p. 103)/17.
Y la piedad. Nuestra capacidad de con-movernos, de ir al encuentro
de ese otro que nos interpela con su mirada sin palabra. Jacques Derrida ha
escrito hablando de los animales: “la guerra se libra sobre el tema de la
piedad” (Safran Foer, 2011, p. 52). La defensa del derecho de los otros
animales a su “buen vivir” ocupa un lugar central en el ecologismo (impacto
mediambiental, destrucción de vida), pero también en cualquier proyecto
emancipatorio. Aquí todo confluye: la ternura, la piedad, la vergüenza/18; lo
personal y lo colectivo, lo más íntimo (los afectos que nos
constituyen) y lo político.(...)"
Fragmentos del artículo aparecido en el número 126 de la revista Viento Sur, para leer el artículo completo:
En este número, además del artículo de Creso Massieu hay otro de Mraya Ivanovic sobre este tema y en el nº 125 un monográfico que lleva el título de "Los otros animales: vida o mercancía" con aportaciones de Jorge Riechmam, Paula Casal, Renzo Llorente.
"Mirar el mundo con los ojos de las víctimas, los olvidados, los excluidos de la historia."
Antonio Crespo Massieu (Madrid, 1951) es licenciado en Filosofía y Letras (Filología Hispánica) por la Universidad Complutense y Diplomado en Estudios Portugueses por la Universidad de Lisboa. Profesor de literatura española en Enseñanza Secundaria. Entre sus publicaciones de referencia en poesía están "Elegía en Portbou" (Bartbely ed., 2011) y "Orilla del tiempo (Germania, 2005). Es autor también del libro de relatos El peluquero de Dios ( Bartleby editores, Madrid, 2009).
Notas:
1/ Las excepciones van desde los trabajos pioneros de Ferrater Mora a los ya clásicos de Jesús Mosterín (1998) o Jorge Riechmann (Mosterín y Riechmann, 1995). Por fortuna las aportaciones recientes son numerosas.
1/ Las excepciones van desde los trabajos pioneros de Ferrater Mora a los ya clásicos de Jesús Mosterín (1998) o Jorge Riechmann (Mosterín y Riechmann, 1995). Por fortuna las aportaciones recientes son numerosas.
2/ La ausencia en las últimas elecciones generales de esta cuestión en el programa de Izquierda Unida o de
otras candidaturas de izquierda es significativa.
3/ Jorge Riechmann señala la contradicción: sociedades en que las que ha desparecido casi nuestra relación
con el animal y en las que su exterminio y consumo adquiere proporciones desmesuradas (Riechmann,
2003, p. 228).
5/ Mejor que este apresurado resumen será la lectura de esta elegía y si es posible en la excelente traducción
y notas de Eustaquio Barjau que cito en la bibliografía.
7/ Las citas pertenecen al prólogo del poemario de Laura Giordani Materia oscura que utiliza esta poderosa
imagen para referirse al sufrimiento y explotación de la infancia.
8/ La película The Visitor- E l visitante- de Thomas McCarthy (USA, 2008) desvela esta realidad.
10/ Mr. MacDonald es el nombre de una raza de pollos que fue diseñada para satisfacer las necesidades de
las empresas de comida rápida; en 1946 la industria avícola y el Departamento de Agricultura de EE UU
lanzó el concurso “Pollo del Mañana” para crear un ave que pudiera producir más carne de pechuga con
menos comida; actualmente dos empresas poseen las tres cuartas partes de la estructura genética de todos
los pollos y gallinas del planeta; estas aves modificadas genéticamente son incapaces de vivir en libertad.
(Safran Foer, 2011, pp. 125, 137, 358).
11/ Datos en Safran Foer, 2011 y Vivas, 2012.
16/ V. los poemas de Crespo Massieu, Mestre y Gamoneda en la sección Voces del nº 125.
17/ Por problemas de espacio no abordo otras formas de maltrato animal que remiten al sadismo y a un desprecio
por la vida propio del fascismo. Salvajadas como “el toro de la Vega” en Tordesillas, “correbous”, “toros de
fuego”, el destino de miles de galgos… Las instituciones protegen esta barbarie. La Junta de Castilla la Mancha ha puesto en marcha un programa para difundir la caza en las escuelas y quiere introducir el “lanceo de jabalí a caballo”, extinguida práctica que se remonta a tiempos de Alfonso X y Felipe II (El País, 9/07/2012, p. 30).
18/ De la vergüenza hablaba un artículo reciente de Rafael Sánchez Ferlosio. Y de la cultura como “instrumento de control social” y de su tendencia a “conservar y perpetuar lo más gregario, lo más enajenante, lo más homogeneizador”. La réplica de Vargas Llosa pone de manifiesto la distancia insalvable, de lenguaje y concepción del mundo, entre ambas lógicas.
Antonio Crespo Massieu
"Mirar el mundo con los ojos de las víctimas, los olvidados, los excluidos de la historia."
Antonio Crespo Massieu (Madrid, 1951) es licenciado en Filosofía y Letras (Filología Hispánica) por la Universidad Complutense y Diplomado en Estudios Portugueses por la Universidad de Lisboa. Profesor de literatura española en Enseñanza Secundaria. Entre sus publicaciones de referencia en poesía están "Elegía en Portbou" (Bartbely ed., 2011) y "Orilla del tiempo (Germania, 2005). Es autor también del libro de relatos El peluquero de Dios ( Bartleby editores, Madrid, 2009).
6 comentarios:
Hola Laura;
precisamente esta semana he leído el libro de Agamben “lo abierto” del que ya traigo un fragmento…
“Dominar la naturaleza, enseñan los imperialistas, es el sentido de toda técnica. Pero ¿quién confiaría en un maestro que, recurriendo al palmetazo, viera el sentido de la educación en el dominio de los niños por los adultos? ¿No es la educación, ante todo, la organización indispensable de la relación entre las generaciones y, por tanto, si se quiere hablar de dominio, el dominio de la relación entre las generaciones y no de los niños? Lo mismo ocurre con la técnica: no es dominio de la naturaleza, sino dominio de la relación entre naturaleza y humanidad. Si bien los hombres, como especie, llegaron hace decenas de miles de años al término de su evolución, la humanidad como especie está aún al principio de la suya.”(Walter Benjamin)
…Agamben tirando del hilo de W.Benjamin evoca una “noche salvada” como lugar posible aunque no fácilmente accesible, que se instala entre la naturaleza y la humanidad. Antonio Crespo habla de mirada del otro, del producto. Hoy, es así, pero creo que deviene de un ayer muy lejano. Socializar, domesticar, dignificar(rango) lo otro, significa poner rostro humano a las especies dominadas. Un capital natural, como pretenden últimamente valorizar, explotar, por ejemplo desde la Comisión Europea los derechos del agua. No como patrimonio ni bien. Las consecuencias son obvias. Inmovilizar hasta la deseada desintegración. Hasta implantar en una cultura acomodaticia la imposibilidad de volver atrás, recuperar las miles de especies asesinadas a favor de una institucionalización del cercado. En contra de una preservación y una convivencia con lo natural. La práctica de nuestra especie es la que ha versado en su totalidad su propio egoísmo racional, una “verdad” que inmuniza cualquier resistencia a lo evidente, la vergüenza. La discreta, civil, lastimosa antropofágica cultura de los intereses selectivos. Lo que venía de lejos, la selección natural, se ha evangelizado como una explotación que creo nada tiene que ver con lo que dice Benjamin sobre términos evolutivos ni comienzos de un conocimiento de la propia naturaleza. Que creo sería la significación de una especie. En el décimo capítulo del libro de Giorgio Agamben, que comienza con el siguiente epígrafe del biólogo y filósofo alemán del Báltico, “Ningún animal puede entrar en relación con un objeto como tal”…. observo un interés, otro interés vamos, de cercar de nuevo lo animal, para al final devolverlo a lo abierto, lo perceptivo. “Cada ambiente es una unidad cerrada en sí misma, que resulta de una captación selectiva ….”. Para mí el problema persiste en este rondar la clausura como lugar sagrado, cultural, insalvable, del que no podemos salir ni la vida humana ni la animal. Que no deja de ser una virtud empobrecida, pues es una relación fallida. El animal torturado, hasta el mismísimo tuétano, ya no provee sus mejores núcleos alimenticios. El hombre ignorante mientras arrasa bosques en favor de pastos abonados químicamente. Ignorar, perdonar. La inmersión en el delirio, que el ciudadano ha de pagar. Aún sea agua del propio pozo.
(acá va el tercer troceado, de lo que parece, era un intento de....)
(al tener una extensión limitada el blog, me vi obligado a cortar en tres..., por cierto, esta mañana he traido unos libros de la biblio. un antiquísimo libro de Leclerc Buffon....)
Como siempre me extiendo y al final no sé si he dicho nada. Pero bueno, mucho me temo que no tengo esperanza, y objetivamente creo que se tardará mucho en poder experimentar un cambio, después de este éxito fascinante que es domesticar “salvajemente”, una sociedad que no piensa en consumir en una cibertaberna donde el camarero sea un dron- teledirigido (fetichismo de la mercancía), y sí podamos emanciparnos “en tanto” que animales indispensables…
la naturaleza humana no tienen un objetivo concreto, cuando seamos conscientes y así llevemos esa desubjetivación/acción al rango de la domesticación (moral, política…) podríamos zafarnos de esta “human enhancement” universalista tan catastrófica.
Te traigo unos versos de Miguel Hernández, 1937
VIENTOS DEL PUEBLO ME LLEVAN
Vientos del pueblo me llevan,
vientos del pueblo me arrastran,
me esparcen el corazón
y me aventan la garganta.
Los bueyes doblan la frente,
imponentemente mansa,
delante de los castigos:
los leones la levantan
y al mismo tiempo castigan
con su clamorosa zarpa.
[…]
Lo que Rilke entiende por abierto del animal, impulsado por un deseo de iniciación, borrar el lenguaje con la mirada dirigida a lo abierto. Heiddeger convoca el desocultamiento de lo histórico como lo cotidiano. “La morada (hogareña) es, para el hombre, lo abierto a la presencia de Dios, de lo inhóspito”. “Poseído por hábitos e inercias” P. Sloterdijk...] el hombre da muestra de una torpeza y ceguera que no permite discurso favorable, ni cuestionable sobre ópticas. Es en el susurro del poeta donde, como siempre, la ley parece alimentarse de justicia.
“una misma ley para el león y el buey es opresión” William Blake.
Rainer María Rilke
Octava elegía de Duino
" Con todos los ojos ve la criatura
lo abierto. Sólo están nuestros ojos
como invertidos, por entero puestos
como trampas a su alrededor,
…
//
como siempre Laura, vengo cargado con palabras, pero quisiera que además esta noche te llegara un poco de mi frágil aliento.
Un abrazo.
Animal silencio
Hace ya semanas,
que me como el silencio.
Re-so-nar,
animal adentro,
sin centro.
Intimidad,
expuesta,
expresada.
Animal silencio,
que rompe,
en mis manos ,
atravesando
el vacío,
resonando,
en la escritura;
Al decirlo.
Al nombrarlo...
Llegados a este punto, podemos formular la siguiente hipótesis: la teoría de las pasiones, de las Stimmungen,es desde siempre el lugar en que el hombre occidental piensa la propia relación fundamental con el lenguaje. A través de ella el hombre occidental-que se define así mismo como animal rationale,como el viviente que tiene el lenguaje- trata de captar la árthron, la articulación misma entre el viviente y el lenguaje, entre zóon y lógos, entre naturaleza y cultura. Pero esta conexión es al mismo tiempo, una desconexión, esta articulación es, en la misma medida ,una desarticulación: y las pasiones, las Stimmungen, son lo que se produce en esta desconexión, lo que revela esta diferencia.
G. Agambem
Otras consideraciones I
“Encuentro con el otro que funda la subjetividad y, a la vez, nos liga en “una responsabilidad de la que no hay escapatoria, de la que yo no podría librarme.” Y esa deuda impagable se expresa en la mirada: “Lo que se expresa en la desnudez- el rostro- es alguien hasta el punto de apelar a mi, de colocarse bajo mi responsabilidad; desde ese momento, yo tengo que responder por él” (Lévinas, 1994, pp. 31 y 23) .
La decisiva intervención de Merleau- Ponty ,en el problema filosófico de la intersubjetividad es desbordar y y anular su esquema básico,que es la relación basada en la idea de alteridad. El esquema de Ego -Alter Ego el problema de la alteridad desde la separación( desde el frente a frente) y por tanto como un proceso de acceso al otro. Por eso está asociado a la cuestión del solipsismo, tanto moral como epistemologicó y al problema del reconocimiento. La intersubjetividad es un problema típicamente moderno, propio de una filosofía que ya ha hecho del sujeto y de la conciencia el pilar central y soberano de la metafísica.(….) No se trataría una buena y definitiva solución al solipsismo, sino de mostrar que el problema mismo es fruto de un error, que es un falso problema. El punto de partida de este error es el que comete la filosofía reflexiva ( de la conciencia o del sujeto) cuando pone al otro <>,
como esa conciencia que se esconde tras el objeto que enfrento y que percibo como el cuerpo o como el rostro del otro.<> es la trampa ante la cual, una vez tendida, la filosofía no puede sino sucumbir:<> Del libro de Marina Garcés “Un mundo común”
Daniel: una delicia tus comentarios, tu detenimiento que me ha sido imposible corresponder con una respuesta a la altura. Veré si puedo ir articulando una respuesta a algunas puntas de reflexión que lanzas, Un abrazo grande y gracias por habitar esta casita!
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