Cada silencio, lengua de los árboles. Tres poemas de Ester Folgueral



El hayedo de Busmayor -Enrique-López-Manzano


No todo es resistencia,
pero los abismos precintados
llevan dentro pandoras de cartón
pudorosas
cuando se acuestan con el disfraz
de noviembre.

Las cajas
precintadas
orejas de muerto
y barbas imposibles de afeitar
sudan paz como niebla de valle.

Resistencia  ahora,
comer libros que saben a lluvia
y no envenenarse.

Resistencia,
no tocar el muerto
cuando el muerto tiene hambre,
y llorar como un bebé
bajo un árbol.

De los abismos
salen volando años hacia el sol
en fila
reptiles de los sueños.

Resistencia
ahora.



El Bierzo-Carmen Lafuente


Se me olvida todo


Se me olvida todo. Pero este lugar fue un tiempo todos los lugares, ahora es todos los lugares. Un jardín de bolas de nieve que no se comen, el sabor de la luz en cucharas transparentes. La única escalera es respirar. Quién me visita es intocable y sus pensamientos son intocables como rostros ocultos en el resplandor de un día de junio. Todo lo que no es instante cansa. Escribir,  sonreír,  beber. Todo cansa, menos bajar los párpados y salir volando al infinito.



La poeta en el hayedo de Busmayor


Atravieso los mapas de un país triste
-hay demasiado ruido en el mundo-
fatigada la boca

alas con sangre,
lavo los ojos con tus manos
y vuelo

cada silencio, lengua de los árboles

lo increíble
amor, sobre la rama rota
tu lengua de silencio

tu figura alta como chopo de río
o cedro del desierto
a punto de caer
sobre la arena

lavar las alas
cada silencio, 
lengua de los árboles




Ester Folgueral  


Nació en León, en la comarca del Bierzo, en 1961. Se licenció en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y trabajó en diferentes medios de comunicación de Madrid, Canarias y León. Como pintora realizó varias exposiciones en Madrid.
Trabajó con niños en Animación a la lectura en centros escolares, y ha impartido diferentes talleres de escritura. Desde hace tres años dirige un Taller de escritura en el Instituto de Estudios Bercianos.

Como poeta ha publicado los poemarios Iucharba (1988), La espada azul (1995), editado por el Gobierno de Canarias; Memoria de la luz (2006), editado por el Instituto de Estudios Bercianos; y Lo indestructible (2009), editado por el Instituto Leonés de Cultura en su colección de poesía “Provincia”.
Recibió el Premio Nuevas escrituras canarias (1995); la Mención especial Premio de poesía Manuela López (2006); el segundo premio  II Certamen Nacional de Poesía Fernando de Castro (2007), por su libro inédito Palacio de cristal con cinco ciervos, y fue finalista del la XVII Bienal de Poesía Provincia de León.

“En su labor de poeta hay un deseo de unir emoción y reflexión, sentimiento y meditación”,  dejó escrito Antonio Colinas en su prólogo a Memoria de la luz. 

Sus poemas han aparecido en blog, revistas (La hamaca de lona), antologías (Poesía para vencejos),   y en  el libro-aventura de jardinillos, “Sagrado invierno” (2012).


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Siempre pensé que detrás de un escritor reposa un sabio. Si además es poeta, el sabio ríe o llora, siente. Me gusta lo que leí de Ester Folgueral. Su sabio sonríe, siente. Su poesía expresa emoción y perplejidad ante un mundo que, quizás, no sienta completamente como suyo.

Caballo Loco de Atar

Laura Giordani dijo...

"Un mundo que no siente completamente como suyo", en esa mirada siempre extranjera, en esos pies que no acaban de arraigar completamente, quizás sea donde se labra lo poético. Muchas gracias por tu lectura y comentario, Caballo loco de atar. Un cálido saludo.