Juego vil- un poema de Luis Pimentel



De este poema del gallego Luis Pimentel, (xogo vil) siempre me intrigó la última palabra: aquéllos, la elipsis que gravita en torno a ese pronombre. Como si el enigma y el peso del poema recayesen ahí justamente. El poeta está evocando los años de la guerra civil española pero siento que podría haber sido escrito en cualquier momento y lugar.
¿Quiénes son aquéllos?



Juego vil

Aquel niño
le pinchaba los ojos
a los pájaros;
y le gustaba ver salir
esa gotita
de aire y de luz,
ese rocío limpio
de mañanitas frescas.

Luego los echaba a volar
y se reía al verlos
chocar contra el muro
de su casa,
con un ruido muy triste.

Creció y fue de aquéllos.

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42 comentarios:

mariajesusparadela dijo...

Es terrible, Laura.
Sí, precisamente el aquellos.
Sobretodo porque aquí no hubo guerra. Aquí solamente hubo pájaros que querían volar y "aquellos".

Stalker dijo...

Quiza ese aquellos somos nosotros, todos nosotros. De pronto me sentí interpelado y formando parte del aquellos, un pájaro más, ciego y que se golpea contra el muro. No sé si ésa es la intención del autor, en todo caso un poema que da para pensar...

abrazos

Víktor Gómez Valentinos dijo...

Ese aquellos no quiere ser uno ú otros, estos si, esos no.

Quizá lo que aquellos representa es inabarcable e irresumible. Tiene su deriva entre lo multiple y el uno, entre Nada y todo(s).

Su imposible encerrar en un preciso nombre, aunque valga que aquellos incluya entre otros ese nos+otros que en una guerra civil destacan por inciviles, pero va más allá, no cae en el límite de los de enfrente, de los mercenarios del odio, la envidia, la avaricia y la hipocresia más inmediata. Va más allá. Va a la naturaleza del ser. Y esa es estremecedoramente inabarcable. Va más allá. A la zaherida. Aquellos, como el tú celaniano, como el rimbaudiano "yo es otro" rompe las lógicas de partido, razón de patria, congregación o raza.

Y ese es, en Luis, un acierto. Su poesía es cierta ahí, en los pronombres. También lo fue, cuando de amor, deseo y voluntad escribiera Pedro Salina La voz a ti debida y Razón de amor.

Algo que tener presente, lo presente. Incaducable. Ese instante de lucidez poética que llamaron locura los legisladores del miedo.

Gracias, Laura, por traer a este poeta tan querido, tan sensible, tan insensatamente veraz y actual.

Un beset

Vik

Leonardo dijo...

¡Qué fuerte! Como bien lo dices, el peso del poema recae en este pronombre de tan ancha cabida, que como lo siente Stalker nos interpela más allá del tiempo. Sin duda puede haber algo de nosotros que, a ratos, vamos "a tumbos, /sin darnos cuenta". Pero aquí parece muy clara la acusación, y que María Jesús ha sentido, el adjetivo que hubiera necesitado explicación se transforma en pronombre (la fuerza del pronombre que evoca Víktor) porque el poeta no tiene duda en cuanto a la interpretación; sabe que el lector sabe, y nosotros sabemos que, por desgracia, siguen andando por ahí, y renacen sin fronteras, siempre dispuestos a arruinar el vuelo de los pájaros.
Saludo

Jose Zúñiga dijo...

Creo que no importa mucho, pero creo que debo decírtelo: lo que aquí leo (lo que pones y lo que comentan) es algo digno de ser leído. Lo hago todos los días.

Y lo que escucho...

Bs.

Espinosa Federico dijo...

Aquellos los que fueron, los que son y los que serán, acaso el amargo infinito procesando sus latidos a traves de los cuerpos, o tal vez la amarga nada fluyendo en aquellos ausentes que perdieron sus ojos en la brumosa figura del nuevo dia, donde aun habitan aquellos los naufragos sin nombres.
Saludos Laura muy linda entrada

Laura Giordani dijo...

Este poema me parece terrible en su sencillez, en su desnudez formal. Y es terrible, María Jesús, porque insinúa lo que luego nuestra mente debe completar... En todas partes hay pájaros que quieren volar y quienes disfrutan en el derribo, hay crueldad en el corazón humano, aunque me consta que personas como tú, que aman la naturaleza, son más bien bálsamo.

Gracias por dejar tu comentario y por favor sigue cuidando esa parcelita de vida que respira a manzanas y hierba.

Un abrazo,

Laura.

Laura Giordani dijo...

Querido stalker: tienes razón. Ese pronombre da para mucho: a mí me sugiere a los verdugos, los intolerantes, quienes de adultos siguen disfrutando otros "juegos viles" ya sea en la administración de dolor a sus semejantes o amputando vuelos vitales. En el contexto en el que fue escrito el poema -evocación de la guerra civil, puedo imaginar quienes son aquéllos para Luis Pimentel.

En todo caso, rescato de tu aporte ese escape del maniqueísmo de nosotros-aquéllos encarnando el bien y el mal respectivamente. De alguna manera todos somos participantes por acción u omisión de otros juegos viles, por ejemplo cuando vemos cómo este sistema amputa el futuro a millares de seres y los estrella contra el muro de nuestra indiferencia. Y a veces, somos ese pájaro a quien quieren malograr el vuelo... ese "samsara" infernal en el que somos sucesivamente verdugos y víctimas.

En todo caso, este poema abre, abre sentidos y eso me parece que debe hacer todo buen poema.

Un abrazo muy fuerte y gracias.

Laura.

Laura Giordani dijo...

Querido Víktor: tu comentario sigue abriendo. Cuando traes la otredad, yo es otro de Rimbaud, entonces el aquéllos es también nosotros. Y estoy de acuerdo en que nosotros somos de alguna manera, partícipes de ese juego vil aunque en los primeros versos, al leer lo que ese niño hace a los pájaros se nos puedan poner los pelos de punta y nos sentamos muy distantes éticamente. Recuerdo ahora un poema de Antonio Gamoneda en el que recuerda cómo él y otros chiquillos torturaban a una perrita ... y hoy le sigue pesando ese juego.

"Su imposible encerrar en un preciso nombre, aunque valga que aquellos incluya entre otros ese nos+otros que en una guerra civil destacan por inciviles, pero va más allá, no cae en el límite de los de enfrente, de los mercenarios del odio, la envidia, la avaricia y la hipocresia más inmediata. Va más allá. Va a la naturaleza del ser"

Gracias Víktor por dejar aquí tu impronta y gracias también porque este poema lo conocí gracias a tí y ese libro de Visor que me prestaste y todavía te debo.

Un abrazo grande,

Laura.

Laura Giordani dijo...

copio el poema de Gamoneda al que me refería...


MALOS RECUERDOS

La vergüenza es un sentimiento revolucionario.
KARL MARX

Llevo colgados de mi corazón
los ojos de una perra y, más abajo,
una carta de madre campesina.

Cuando yo tenía doce años,
algunos días, al anochecer,
llevábamos al sótano a una perra
sucia y pequeña.

Con un cable le dábamos y luego
con las astillas y los hierros. (Era
así. Era así.
Ella gemía,
se arrastraba pidiendo, se orinaba,
y nosotros la colgábamos para pegar mejor).

Aquella perra iba con nosotros
a las praderas y los cuestos. Era
veloz y nos amaba.



Cuando yo tenía quince años,
un día, no sé cómo, llegó a mí
un sobre con la carta del soldado.
Le escribía su madre. No recuerdo:
"¿Cuándo vienes? Tu hermana no me habla.
No te puedo mandar ningún dinero…"

Y, en el sobre, doblados, cinco sellos
y papel de fumar para su hijo.
"Tu madre que te quiere."
No recuerdo
el nombre de la madre del soldado.

Aquella carta no llegó a su destino:
yo robé al soldado su papel de fumar
y rompí las palabras que decían
el nombre de su madre.



Mi vergüenza es tan grande como mi cuerpo,
pero aunque tuviese el tamaño de la tierra
no podría volver y despegar
el cable de aquel vientre ni enviar
la carta del soldado.

ANTONIO GAMONEDA
(Del libro ‘Blues castellano’)

Yaiza Martínez dijo...

Querida Laura, leo tus entradas, luego dejo pasar unos días, las vuelvo a leer. La anterior, la de Ajmátova, no la pude comentar. Me ocurrió lo mismo al leer el libro de las dos poetas rusas: no puedo añadir. No sé como explicarlo: el dolor-el frío, yo no tengo tantas palabras. Hay ciertas expresiones artísticas que me superan por la situación en que fueron creadas. Me sobrecogen y me dejan sin habla.

Este poema de Pimentel me parece también triste, pero es como si esa tristeza estuviera en la libertad del niño para hacer sufrir a los pájaros y, luego, ¿qué se puede esperar? Acabar siendo de aquéllos.

Es un poema hermoso y enormemente expresivo, casi un micro-relato hilado en el final, gracias al pronombre.

Un placer siempre pasar por aquí, un abrazo, Yaiza

J.R.Infante dijo...

También yo veo en "aquellos" en primera instancia una alegoría de lo que fueron capaces de hacer muchos en la guerra, de ser crueles a pesar de la inocencia de ese pajarillo y de ese niño que un día creceré, pero es cierto que en alguna medida todos somos "aquellos" porque tal vez callamos más de lo que deberíamos. Es tremendo lo que pueda dar de sí un poema cuando se vuelca en él tanta vida.
Felicidades por el sitio y un beso.

rubén m. dijo...

Terrible y buenísimo el poema, que no conocía.

El "aquéllos" me ha hecho pensar en el "ellos, los asesinos" de Cernuda (y después de Javier Egea). Pero esta es una lectura que no debería cerrar la potencia de ese verso final.

un abrazo

Laura Giordani dijo...

"Pero aquí parece muy clara la acusación y que María Jesús ha sentido, el adjetivo que hubiera necesitado explicación se transforma en pronombre"

Muy buena interpretación Leonardo, en cuanto a esa metamorfosis de adjetivo en pronombre.
Creo que ese aquellos no tiene fronteras y en cada tiempo y lugar se reviste de la sustancia necesaria para operar como un malogrador de vuelos.

Muchas gracias por tu mirada y un fuerte abrazo.

Laura.

Laura Giordani dijo...

Hola José:

Claro que tiene importancia para mí lo que dices acera del blog, me anima a seguir sosteniendo este espacio y estos diálogos que tejemos entre todos.

Gracias por tu atención y un abrazo,

Laura.

Laura Giordani dijo...

Hola hombre de arena: gracias por ese ejercicio de abarcar el pronombre aquéllos tan poéticamente.

Bienvenidos tus comentarios siempre aquí.

Un abrazo,

Laura.

Laura Giordani dijo...

Querida Yaiza:

Entiendo bien ese mutismo que describes ante la entrada de Ajmátova... es una poesía que transmite un frío, una tristeza en ese requiem, que consigue escarcharnos la voz. ¿Qué más se puede añadir? Muchas veces me siento así ante determinados poemas.

Éste de Luis Pimentel es triste y muy sugerente también... hay libertad, como dices- en ese hacer sufrir a los pájaros del niño. Esa misma libertad que podemos usar para decidir ser sanadores de pájaros, recolectores de vuelos caídos.

Gracias por aportar tu sensibilidad aquí, Yaiza.

Un abrazo muy fuerte,

Laura.

Ya he enlazado Las mujeres solubles. Invito a todos los que pasen por aquí a que visiten tu blog.

Ana Hidalgo dijo...

"aquellos" en el pronunciamiento de ese pronombre se concentra una forma de escribir. Tomo nota de ella como buena alumna.

Se me ha adentrado hasta el fondo ese tema de Mertens... la música de Mertens para mí supone toda una forma de sentir -no sólo un sentimiento sino ante todo una forma de sentir- a flor de piel.

Un abrazo fuerte, Laura.

Joaquin dijo...

Hola qué tal? estuve viendo algunas cosas en tu blog. Trabajo con posicionamiendo web y tengo una propuesta de publicidad : 50 euros cada mes por incertar pequeños links de nuestros anunciantes. Son 50 euros mensuales para cada blog que se registre con nosotros.
Saludos -comunicate-

Lola Torres Bañuls dijo...

Puff. No sé "aquellos". Tremendo final de poema. No conozco el poeta y no puedo contextualizar o medio interpretar lo que significa ese final abierto.

En cuanto a los poemas de Gamoneda, igual de terribles.

Un saludo y un abrazo.

Laura Giordani dijo...

Hola Aruillo: primero que nada, agradecer tu visita y comentario. Lo cierto es que tu blog está repleto de suturas para esos pájaros heridos, he visto muchas hojas y frutos y una celebración continua del vuelo.
Todos miramos un poco al costado mientras se malogra el vuelo de tantas vidas. Por omisión, muchos crímenes.
Te dejo un abrazo y sigue así, cantando.

Laura.

Laura Giordani dijo...

Querido Rubén: siempre me alegra recibirte por aquí y además ya te he dicho que tu cuerpo extraño es tierra de hallazgos para mí.
Este poema sin mayores riesgos formales, pone en juego sentidos múltiples. Ése es su valor.

Te dejo un abrazo,

Laura.

Laura Giordani dijo...

Querida Ana: un regalo tu presencia por aquí, ya te extrañaba aunque yo tampoco ando prodigándome mucho por falta de tiempo, la verdad. Tienes razón, hay que tomar nota de claves como este pronombre que nos brinda Pimentel en este poema sencillo, desnudo, rotundo.
Te sé amante de la música de Mertens de quien pude escuchar Often a bird en tu blog. Sé que ahora has abierto un nuevo espacio que te prometo visitar.
Te dejo un abrazo fuerte y todo el ánimo del mundo.

Laura.

Laura Giordani dijo...

Hola Joaquín: agradezco tu oferta que no me interesa y tampoco creo que hayas estado viendo algunas cosas en mi blog, como manifiestas. Suena a esa treta comercial de mostrar un fingido interés por el otro para a continuación autorizarte a venderme tu producto. Como esas empresas que personalizan sus mensajes con nuestro nombre de pila o te mandan felicitaciones para tu cumpleaños con puntualidad maquínica e impersonal.
Tampoco me interesa "hacer rentable este blog" voy a pura pérdida en un acto de estupidez y resistencia. A pura pérdida para que otros puedan acceder a fragmentos valiosos, fragmentos que hacen de esta vida algo más que un bazar o un mercadito.
Resistir. Me resisto a que tatúen los huesos de mis pájaros con el logo de telefónica o de repsol. Sólo muerta.
Te equivocaste de sitio.


Laura.

natalia dijo...

Laura me gustó mucho tu página y sobre todo destaco a Anna Ajmatova,

un abrazo,

Laura Giordani dijo...

Gracias Cíclopa por tu visita. Te dejo otro abrazo y ya visitaré tu espacio,

Laura.

mariajesusparadela dijo...

Esa negación a vender me llega al alma.
Y yo pretendo enseñar a mis alumnos a ser capaces de decir que no, tajantemente, sin ofender: aquí los mandaré venir, para que aprendan.
Ahí está la poesía, materialmente: que hermosura, por Dios.

Laura Giordani dijo...

Querida María Jesús: seguro que tus alumnos tienen más cerquita, en tu propio blog, concretamente, muchas claves de resistencia y dignidad.

gracias y un abrazo muy fuerte.

Laura.

Xosi dijo...

Hola, Laura.

Ciertamente, es un poema tremendo. Luís Pimentel fue un poeta que no dejó ver casi nada su vena combativa; no en vano, desarrolló buena parte de su obra en un Lugo franquista no muy dado a los versos. Sin embargo, poemas como este de "Xogo ruín" o el célebre "Cunetas" dan fe de que el horror se filtró en cada una de las particulas de su ser.
En fin. Te escribía para hacerte una anotación que podría mejorar esa traducción. La palabra "mañanciña" está mal trasladada, ya que ese diminutivo no se debe calcar en castellano ni en ninguna otra lengua. Literalmente, según el Diccionario de la Real Academia Galega, "mañanciña" equivaldría en castellano a "amanecer", "alba" u otro sinónimo, pero nunca con diminutivo. De hecho, ¿no te parece que esas "mañanitas" no pegan demasiado con el tono trágico del poema? Mejor: "ese rocío limpio / de amaneceres frescos",por poner un ejemplo, ¿no crees?

Un abrazo desde Galicia.

PÁJARO DE CHINA dijo...

Querida Laura:

Leí la entrada casi inmediatamente después de que la abriste. He pensado en ella hasta hoy, te aseguro, con el corazón oprimido.

El niño que ciega pájaros es un torturador. La imagen del pájaro ciego estrellándose extraviado contra las paredes es desgarradora.

Ese niño torturará a sus prójimos, si se presentan las circunstancias. O los delatará, para que sean torturados. Sera uno de aquéllos que no trepidan en castigar al débil y ejercer su poder sobre el que no puede oponer resistencia.

¿Qué habrán visto los ojos del torturador-niño? ¿Padres torturadores? Porque nadie nace cruel. ¿Será el torturador-niño un huérfano de amor? ¿Alguien le habrá perforado las pupilas?

No todos somos aquéllos, eso sí lo sé. Algunos podremos ser cómplices silenciosos o indiferentes, pero la violencia se declina en grados.

El niño que ciega los pájaros no experimentará jamás, me temo, la vergüenza revolucionaria de la que hablaba Marx ni será asediado por sus recuerdos negros, esos que te persiguen en el poema de Gamoneda.

Y ese niño aceptaría sin dudar colgar avisos publicitarios en su casa, para lucrar aunque le inscribieran logos en las tripas.

Porque los niños cegadores de pájaros despliegan su ruindad bajo múltiples formas.

Gracias, Laura, gracias por tu coherencia absoluta.

Te abrazo muy fuerte (y sigo sumergiéndome en tus palabras, en tu vara que sabe dónde están los tesoros ocultos bajo el polvo).

Laura Giordani dijo...

Hola Xosi: qué buena la aclaración que haces a esa traducción del término gallego "mañanciña". La versión castellana de este poema la he copiado literalmente de la edición bilingue de Visor, yo no tengo idea de gallego.

Tomo nota de tu propuesta de traducción a ese término como amaneceres o albas.

Ahora que lo pienso, debería haber colgado la versión en gallego de este poema, así se puede apreciar mejor su musicalidad.

De corazón, gracias por tu apunte y tu visita.

Un abrazo,

Laura.

Laura Giordani dijo...

Xosi: copio la versión íntegra en gallego de la Antología de Visor.
Gracias a su vez por haber traducido mi poema Niño de las minas al gallego. Me hizo mucha ilusión.



Xogo Ruin

Aquil neno
pincháballe os ollos
ós paxaros;
e gustáballe ver salir
esa gotiña
de aire e de lus,
ise rocío limpio
de mañanciñas frescas.

Logo botábaos
a voar
e ríase de velos
topar contra o valado
de súa casa,
con un ruido
moi triste.

Crecéu e foi de aquiles.

Arturo Borra dijo...

Querida Laura, después de bastante tiempo sin tiempo ahora tengo un instante para detenerme en este poema que leí por vez primera hace poco más de un año. En su lectura, me sentí del lado del pájaro. Y sentí el pinchazo. Mi sensibilidad no es distinta a la de tantos otros lectores. Ocurre que en este pequeño gran poema está esa síntesis precisa que traza una línea posible de com-pasión, a la vez que distancia por ese "aquel", verdugo sin rostro, trazando la curva del daño.
Cuánta contundencia en estas pocas líneas... y lo mejor: sin grandes declamaciones. Sólo atendiendo lo minúsculo donde se revela nuestro mundo.
Gracias por traerlo de nuevo.
Un beso,
Arturo

Lola Torres Bañuls dijo...

Hola a todos:

Yo también he vuelto a leer este poema. A mi me impresiona mucho. En este caso no sé decir de su calidad porque me concentro al leer en la brutalidad que hay en las manos de ese niño.

Es tremendo.


Un abrazo.

Leonardo dijo...

Vuelvo aquî, un poco desamparado porque veo que el tiempo nos está faltando a todos más que un poco. Releyendo el poema de Pimentel y el de Gamoneda me parece importante destacar que si Pimentel parece condenar a esos niños crueles, condena en realidad a los hombres que, adultos, conscientes, actuaron con la misma brutalidad "inocente" si se me permite el oximoron, de los niños que fueron otrora; Gamoneda carga con su culpa, capaz de revivir el salvajismo pasado, pero no volverá a cegar a nadie. La redención es posible. Nunca es tarde para tomar conciencia.
Y gracias, Laura, por tu visita.
Ah! y toda mi empatía con tu respuesta al vendedor de anuncios.

Laura Giordani dijo...

"No todos somos aquéllos, eso sí lo sé. Algunos podremos ser cómplices silenciosos o indiferentes, pero la violencia se declina en grados"

Querida Mariel:

No podías haberlo dicho mejor: no todos somos aquellos y me niego a esa indistinción ética que finalmente iguala todo. Los seres humanos no respondemos igual en las mismas circunstancias. Y eso hace que exista para nosotros una relativa libertad para decidir qué hacemos con el daño que nos han hecho. Muy probablemente ese niño que pinchaba los ojos de los pájaros no haya recibido el amor suficiente para hacerlo sensible al dolor ajeno y más probablemente haya sido blanco de malos tratos de adultos que naturalizan la violencia.
A mí también me imapactó este poema la primera vez que lo leí y aún ahora, la imagen del pájaro cegado estrellándose contra las paredes en un vuelo desesperado, logra estremecerme.
Cómo me gusta leerte Mariel... aún en tu escritura se respira mejor, se dilata el pecho ante tu mirada indagadora y sensible.
Gracias por el trabajo que estás haciendo con las varas.

Te dejo un abrazo fuerte, fuerte

Laura.

Laura Giordani dijo...

"El niño que ciega los pájaros no experimentará jamás, me temo, la vergüenza revolucionaria de la que hablaba Marx ni será asediado por sus recuerdos negros, esos que te persiguen en el poema de Gamoneda"


Acabo de rescatar este fragmento de tu comentario, querida Mariel y pienso que esa incomodidad ética, esa verguenza, es la que de alguna manera nos indica que nuestra sensibilidad todavía sigue viva. El poema de Gamoneda me conmovió también, especialmente esas escenas de maltrato a la perra que -a pesar de los castigos en su vientre- continúa siguiéndolos mientras juegan. No puedo casi reponerme de esta imágen, de verdad.

Más abrazos.

Laura.

Laura Giordani dijo...

"Cuánta contundencia en estas pocas líneas... y lo mejor: sin grandes declamaciones. Sólo atendiendo lo minúsculo donde se revela nuestro mundo"

En unas pocas líneas, Pimentel ha podido trazsr la curva del daño y sin necesidad de apelar a ninguna exuberancia verbal. Desnudamente. Sólo osando señalar esas texturas de crueldad cotidiana, presentes incluso en el juego vil de un niño. Creo que en lo minúsculo se juega prácticamente todo y es allí donde la mirada es requerida para ir desmantelando la ceguera crónica de todas las muertes que nos rodean sin que nos apercibamos.

Muchas gracias por tu sensibilidad.

Un beso,

Laura.

Laura Giordani dijo...

Querida Lola: te doy la razón. Independientemente de cualquier tipo de evaluación de calidad, este poema logra sacudir, tatuarse en la sensibilidad pasando a formar parte de esos poemas que no olvidamos, que siguen proliferando en nuestras fibras más íntimas.

Te dejo un abrazo muy fuerte,

Laura.

Laura Giordani dijo...

Querido Leonardo:

Andamos escasos de tiempo, es verdad. Mis tiempos de actualización del blog y de respuesta son bastante lentos y me doy cuenta que esa lentitud no se debe únicamente a falta de tiempo (que la hay). Vivimos tiempos de zapping, de chapotear en muchos sitios sin inmersión, tiempos de vértigo que nos arrastra hacia no sé dónde... Hacia el suicidio colectivo, probablemente. Porque este desquiciamiento lo están pagando todas las especies de este bendito planeta. Creo que el tiempo de la poesía no puede ser el tiempo del sistema, el tiempo de la productividad y la proliferación sin sentido. La lentitud podría ser también una forma de militancia y de abrir huecos al tiempo de la muerte al que nos arroja el sistema. Detención, ahondamiento, vaciamiento...¿Cómo pueden producirse si vamos de aquí a allá en un zapping desenfrenado?
No desearía que las publicaciones del blog se contagiaran de esas modalidades trepidantes de los "media", siempre buscando agitar el señuelo para atraer la atención de los espectadores. Mejor ser ese árbol callado al que finalmente se regresa en busca de sombra. Esa modalidad voraz y vertiginosa es la que -entre otras cosas, pincha los ojos de los pájaros de la poesía y nos hace ir estrellándonos contra diferentes muros virtuales. Malogrando el corazón mismo de lo poético.


Me encantó visitar tu tajalápiz, Leonardo. Volveré en cualquier momento.

Un abrazo fuerte y muchas gracias por tu presenca.

Laura.

Portinari dijo...

Los pájaros de que habla Pimentel, y la carta de Gamoneda, son sangre. Y quizás el aquellos no fuera nunca aquellos, si no un estos, nosotros, y después quisiera alejarse de sí mismo, por ser un niño inconsciente, que lego rompe cartas, como quien saca los ojos a los pájaros.

Un abrazo

Anónimo dijo...

Yo creo que el "aquellos" es un galicismo. En castellano no se dice pero sí se utiliza en gallego. Luis Pimentel no hablaba bien el gallego porque en su casa no se hablaba pero su español está lleno de palabras y expresiones gallegas. El "aqueles" en gallego seutiliza para dar un tono algo despectivo y se refere en este caso a las personas crueles