Dos poemas de Pedro Montealegre: una voz austral que levanta la hojarasca.


Les pedí que levantaran la hojarasca,
que me vieran las piedras: mi corazón allí,
el ramaje, la espesura.

Pedro Montealegre


Hermanos

1

Caían verdes los niños. Yo era uno de ellos,
buscando el molino, la memoria de verse
como una espiga más sobre el viento. Otra piedra
que ponga su peso en la memoria: renaciendo
la voz y el miedo a los rastros. Las estrellas dispersas
en medio de la taza, vestidos de blanco, rezando a las frutas
para que abran su estigma como un poco de voz.
Caían verdes los niños. Y los padres trenzaron
la niebla del mediodía, rompiendo ese vidrio.
Nacieron de las flores, a la espera del vuelo
que los hizo siemprevivos, sin rayo, ni lluvia.
Y yo supe que la vida es un cerco de líquenes
y que las horas son hermanas que peinan sus muñecas.
Caían verdes los niños: mis manos de aserrín,
cayeron después y no alcanzaron a recogerlos.


Bosque de arrayanes


4

Yo tengo en mi casa un puñado de hojas, y veo que el día
me las hace tierra. Yo veo que el día desnuda su esqueleto,
y las vuelve óxido. Y a ti no te importa porque vas desnudo:
tu nervadura articula el lenguaje del silencio. Y sabes que ella,
la muerte redonda, cabe en el clavo que afirma mi casa:
un pilar, una esquina, el cajón de un mueble. Y tú vas desnudo,
porque la muerte es el ropaje que no logra cubrirte,
así como mi casa me cierra los ojos y roza mi mejilla
con el mismo soplo con que apaga la vela. Yo tengo en mi casa
un puñado de hojas y vas con tus párpados y ya las barres.
Y todo el misterio es claro como un huevo, y la cáscara de calcio
te será nutritiva si la mueles con las palmas. Y todo el misterio
es tu voz de muchacho, tus cimientos de muchacho: esas manos
que saben tomar el insecto de la muerte y treparlo por los dedos
hasta que vuele a la bujía. Mi casa es la bujía. Y adentro te llamo.



Pedro Montealegre (Santiago de Chile, 1975) es periodista. Actualmente prepara la tesis del doctorado en Lengua y Literatura Hispánicas de la Universitat Jaume I, en Castellón, y forma parte de la Unión de Escritores del País Valenciano.
Reside en Manises, Valencia, desde el año 2001.
Ha publicado los libros Santos Subrogantes (Ediciones de la Universidad Austral de Chile, 1998); La Palabra Rabia (Editorial Denes, Valencia, 2005), El Hijo de Todos (Ediciones del 4 de Agosto, 2006) y Transversal ( Ediciones el billar de Lucrecia, 2007).

13 comentarios:

Pedro Montealegre dijo...

Laura, muchas gracias por tu generosidad, y arrojar nuevas luces sobre estos poemas escritos hace mucho, y que con tu lectura y tu publicación se me tornan nuevamente familiares, y se me proponen nuevos sentidos. Debe ser la distancia. O la nostalgia. Un besote.

Lola Torres Bañuls dijo...

Hola .

Creo que son muy buenos, por lo menos a mi me lo parecen.

Un saludo

Arturo Borra dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Arturo Borra dijo...

Comparto con Lola y Laura las opiniones vertidas, porque por más distancia (enunciativa) que tengas, querido Pedro, lo cierto es que estos poemas tienen luz propia, una luz que viene de atrás, que se interna en los niños, en los bosques, en esa casa tuya que te hace habitar en la desnudez.
Bellos poemas; crecidos como esos niños que miran desde el fondo del tiempo -y a pesar de los vendabales o la niebla sonríen.
Un fuerte abrazo,
Arturo

Lola Torres Bañuls dijo...

hola

YO creo que si el poema evoca tanto y está escrito hace tiempo eso ya es una muestra de su validez más universal si cabe.



un saludo.

Laura Giordani dijo...

Es un gusto enorme alojar tus versos aquí, Pedro. Y quedé prendada de tu poesía, como te comenté.

Imagino que sientes cierta distancia al leer estos poemas de hace años o quizás -como dices- te sirva esta relectura para tejer nuevas cercanías enriquecidas por el dolor y la distancia.

En la próxima entrada que te dedique, subiré versos más actuales para quienes te leen tenga una muestra mejor.

Un abrazo y te respondo tu email prontito.

Laura.

Laura Giordani dijo...

Hola Lola!

Estoy contigo: me parecen muy buenos poemas. A mí me estremecen y me llevan inconteniblemente a un sur no tan fisico sino interior. Interiorizado cuando hay que vivirlo de lejos.

Te dejo un abrazo y mis mejores deseos para este año.

Laura.

Víktor Gómez Valentinos dijo...

Permítaseme sentir y asentir: cuando la palabra nombra, lo hermoso o lo triste, sin resolverse en misterio, con la claridad de un beso o la temperatura media de junio, ¿qué decir?.

Que es bello, que lo amo.

Es la poesía en verdad todo un gesto de la materia animada en letras, de las palabras en su imposible reflejo de lo vivido, sea en los sueños, en la pretérita existencia, en la memoria tramposa o en la exactitud de un perfume, incluyo en la herida de una canción fatal.

Pedro se sabe heredero de un don ingobernable, que le lleva de una a otra forma, por mantenerse vivo. Merodeador de las expresiones y los signos, apabullado del vivir y su sonido de sentido, este poeta se deja llevar por la intuición y por el trabajo de hormiga bajo tierra.

Nada puede desmentir sus saltos, su impactante lucidez, su incomodadora realidad mágica, su espiritual templo sin dioses ni oficiantes. La suya es la veracidad del cuerpo, la mente es el cuerpo nos recuerdan los científicos actuales. Tienen una biografía los tendones, la lengua, el muslo. Y cuando un poeta sabe escuchar, escucha también la lírica insurrecta de un cuerpo que tiene todas las edades del deseo y la nomadología.

Gratitud en la lectura, en la posibilidad de encender un fósforo a media noche y sentir en el habitar los instantes, atisbos de lo posible, de lo que será o fue, nuestro y de nadie. Amar y perder, arder y no retener las cenizas que el aire arrastra más allá de las orillas. Oír otra vez la voz juvenil. Entender sin razón, porque la poesía sabe más que el autor, esas pequeñas piezas que no encajaban, esos extraños silencios que se nos querían mostrar.

Con Pedro uno duda de lo que es más próximo a su ser persona. Con su trasladarse de las apariencias a los otros invisibilizados o desatendidos cuerpos, ritmos, cantos del diario convivir, en sus imágenes visionarias, en su pálpito de otros mundos (en éste) un lector niño de cuarenta años desenvejece hasta la edad de lo suficiente.

Gracias Pedro, honestidad y arte, esas son tus premisas de creador insurrecto, irrefrenable.

Y gracias, Laura, que en cada post habita por tu afinidad divina el bien, la precisión y el misterio que todo poetizar conllevan.

Víktor

Laura Giordani dijo...

Querido Arturo:

Sé que también estás "tocado" por la poesía de Pedro y te emociona esa voz del sur, esa manera de nombrar tan peculiar. No tiene desperdicio tampoco escuchar a Pedro leer sus poemas.
Ciertamente, estos poemas tienen una luz propia y singular que no se apaga por más tiempo que haya pasado desde que fueron escritos.

Gracias por dejar tus impresiones.

Un abrazo,

Laura.

Laura Giordani dijo...

Gratitud a tí Víktor por este comentario extenso e intenso, sobre la poética de Pedro. Un comentario en clave poética, de poeta a poeta.

Más adelante, seguiré colgando poemas suyos de los últimos libros así podemos disfrutar las modulaciones de su voz. Es que Chile tiene no se qué telurismo extraño que produce poetas potentes.

Un abrazo grande, Víktor. Gracias de nuevo por tu huella.

Laura.

Laura Giordani dijo...

Gracias anónimo. Bienvenid@.

Saludos.

Laura.

L.B dijo...

Laura, siempre tan buen gusto.

Pedro, siempre tan bueno. Son preciosos.
Por cierto... pero qué bueno estás en la fotoooooo!!!!!!!

Besos.

Y de verdad que me llegaron. Y anidaron.

Laura Giordani dijo...

Gracias Lu por tus impresiones con las que acuerdo: esos poemas de Pedro llegan y anidan.

Te dejo un abrazo muy fuerte.

Laura.