Dos poemas de Arnaldo Calveyra





La infancia es el solo país, como una lluvia primera/ de la que nunca,
enteramente, nos secamos.
Juan José Saer

Cosas que me pasaron durante la infancia me están sucediendo recién ahora.
Arnaldo Calveyra


Caminaba el hombre

Caminaba el hombre
llevado por su estrella,
no diferente al yuyo
que al agacharse
toca con la mano

hombre
atendido por su estrella,
forma dulce de tierra
por cuestas de retama

de loma en loma
hablado por los pájaros

herido por cinco pies de
tierra

como las nubes errantes
busca arroyos
donde aliviarse,
reflejarse

y la vara de nardo
de la luz
que lo conversa

brillante de verde
de hondonada

olías a
lentamente tierra,
la tierra curva
de Entre Ríos

llegada de su noche
una lumbre siempre pronta
que lo entibia

el hombre, el doble de su estrella
atraído por su sol

¿dónde los cinco pies
de tierra
que lo exaltan
en la voz de la calandria?

creencia dulce de senderos

Sauces del Paraná


Instantes de un castillo de arena

Lo teníamos con una mano. Sin caer superficie apagada por las
orillas tornasoleadas de la lengua. Por hablarnos casi, murallita
entretenida en el sol demasiado. Te abriré una puerta, una ventana,
una bajamar de aldea.

El mar, la carretera nacional. Ni parada ni tiesa. A tocar con
estos ojos.

En vano unos niños se lo han pedido al mar. Entra, se instala.
Napoleón paralítico que destroza. Canta. La sal, el torreón, la
bandera.

Escúchalo.
Nosotros.

Una niñita basta, consigue atravesarlo, encuentra las cocinas.

Cantamos una marsellesa en el desastre. No lo para. Se cae en
pedazos el puente levadizo.

Difícil tiempo.

Encuentro aquel esqueleto del sol extraviado en los años.

No, no volveremos.

El agua vertical de la ola color viento. Lejos, ¿por qué no todo
el mar?

Una escoba siete mares, el mar.

La bandera era lo que más queríamos, lo que más nos gustaba,
la bandera incolor en la luz.


Mañana por la mañana



Arnaldo Calveyra




Arnaldo Calveyra ilumina con esa serenidad que transmite a sus interlocutores. Su humildad y sencillez, en medio de la competencia de egos en la literatura argentina, resultan sorprendentes y apabullantes. Algo de la estampa de este hombre alto y desgarbado, de ojos celestes claros y con los cabellos enmarañados y blanqueados por cincuenta años de oficio poético, lo asemeja a un monje de hablar susurrante que no quiere romper el silencio que reina en su abadía.


“Escribí mucha hojarasca al comienzo, es muy difícil, es como luchar contra los molinos de viento”, dice el poeta y narrador Arnaldo Calveyra, que desde 1960 reside en París, ciudad a la que viajó para escribir su tesis sobre los trovadores provenzales y en la que se fue quedando a su manera, porque el “acá” de su poesía está configurado por su lengua natal, la que adquirió en la provincia de Entre Ríos, espacio geográfico que opera como fuente de inspiración para su escritura.


-Su parquedad ante el uso de los adjetivos se asemeja a una frase de Huidobro: “El adjetivo cuando no da vida mata”.


Mejor dicho imposible. Desconfío de los adjetivos porque envejecen rápido; el problema esencial de la poesía es el adjetivo, no el sustantivo. Qué bueno eso de Huidobro, lo voy a anotar (escribe la frase en su libreta). Y lo ha dicho poéticamente. Esa desconfianza fue surgiendo con la madurez. Al comienzo no fui tan clarividente, estaba muy lejos de eso, basta con ver los malos poemas que he conservado sólo porque hay indicaciones de Mastronardi.


Para leer la entrevista completa al poeta:


http://www.avizora.com/publicaciones/reportajes_y_entrevistas/textos_0002/0042_arnaldo_calveyra.htm



Arnaldo Calveyra nació en Mansilla, Entre Ríos, Argentina, en 1929.
Poeta, dramaturgo, novelista y licenciado en Letras en la Universidad de La Plata, reside en Paris desde 1961.
En 1956 publica poemas en Sur ; durante 1959, luego de su primera estancia en París se publica El diputado está triste, ópera prima en teatro (Ed. Leonardo) y su primer libro de poemas Cartas para que la alegría (Cooperativa impresora y Distribuidora). En 1969 Gallimard publica la obra de teatro Moctezuma. Durante 1971 viaja a Inglaterra y estudia Shakespeare junto a Peter Brook. Durante 1989 Actes Sud traduce y publica su novela La Cama de Aurelia, editada en castellano por Plaza y Janés de Barcelona. El hombre de Luxemburgo inaugura la colección de poesía de Editorial Tusquets Nuevos textos sagrados (Barcelona).
En Argentina publica Cartas para que la alegría (1988) e Iguana iguana en Libros de Tierra Firme; Morse (Mate, 1999); Libro de las mariposas (Alción, 2001); Diario del fumigador de guardia (Vox, 2002); El origen de la Luz (Sudamericana, 2004) y Poemas (Eloisa Cartonera, 2004). La Editorial Adriana Hidalgo publicará en breve Maizal del gregoriano (publicado en Actes Sud en 2003).Su ensayo Si la Argentina fuera una novela fue publicado por editorial Simurg en el año 2000.


11 comentarios:

Arturo Borra dijo...

Yo no sé si será el mejor poeta vivo de Argentina, pero seguro que aquí hay una poética por conocer en profundidad.
Están las marcas de Entre Ríos, cómo no, que fue por mucho tiempo casi mi lugar. No deja de conmover ese reconocerse en lo lejano... aunque confieso que los versos de Saer -que le anteceden- me conmovieron más todavía. En cualquier caso, pozo inagotable éste de la poesía.
Gracias por compartir, por traer a escena y solicitar tanto monopolio de las mismas estéticas. Ya seguiremos por otros poetas entrerrianos.
Un abrazo,
Arturo

UNO dijo...

gracias por este espacio tan especial.

saludos,

María Peiró dijo...

Amiga Laura. Esta mañana te he estado recordando y visité tu blog, revelador y bien nutrido. Un abrazo, poeta, desde el calor de este agosto invocado por los hombres.
María

Laura Giordani dijo...

Gracias por tu lectura Arturo; creo que no nos hacen falta esas afirmaciones "el mejor poeta vivo, el peor muerto"... no entro ahí, entre otras cosas por falta de perspectiva.

En un sentido u otro, todos padecemos cierta miopía. Considero eso sí, la voz de Calveyra lo bastante interesante para explorar y darla a su vez a conocer por estos lares.

Hay rumor de sauces y de río despeñado en sus versos.

Un abrazo.

Laura.

Laura Giordani dijo...

Un gusto tu visita "uno" y gracias a vos por tu comentario.

Un saludo,

Laura.

Laura Giordani dijo...

Querida María:

Siempre es lindo encontrar tu huella por aquí. Espero que Agosto no te esté tratando con demasiado rigor aunque se ha asomado bien contundente.
Sobre todo,espero que estés muy bien.
Recibe un abrazo muy fuerte,
Laura.

Anónimo dijo...

¡Qué poesía! Acabo de descubrir a Calveyra (y cómo me duele no haberlo hecho antes). Gracias por difundirlo. ¡Cuánta serenidad y estilo depurados!
Voy a pasearme por tu blog para conocerlo mejor.

CyA dijo...

estuvo en paraná, entre ríos

;)

fauno dijo...

su espíritu estuvo el fin de semana en el "paraná poesía 2010"

Marcelo dijo...

Curioso. Tengo un libro de Calveyra y otro de Pizarnik para empezar a leer, y me tropiezo con tu blog. Me tropecé pero no me lastimé. Tal vez deba caminar con más atención!
Un saludo

Goyito dijo...

Hola Laura, que tal? Hoy de mañana, en esas charlas pre laburo, me puse a hablar con la señora de la esquina de donde trabajo. Le conté de mi sueño de viajar por el mundo y ser escritor (supongo que le conté porque los soñadores andamos desperdigando nostalgia en nuestros anhelos). Y hablando de una cosa y de la otra me dijo si conocía a Calveira (así me lo había anotado en el papelito que le pedí que me anotara el apellido para googlearlo)y bueno, llegué a tu blog. Gracias por compartirlo. Entraré más a menudo por aquí, un beso desde Paraná!