Molienda
A un diente de leche.
Diminuto escombro de un tiempo de leche
y nanas, desde la bóveda de un paladar
que no sabe de iras,
se va descascarando inexorable la infancia.
Astilla que en la mano queda,
saldo de esta molienda lenta de los dioses
que reclama nuestro salvado y nuestros huesos
para cebar alguna merienda celeste, lejana.
se va descascarando inexorable la infancia.
Astilla que en la mano queda,
saldo de esta molienda lenta de los dioses
que reclama nuestro salvado y nuestros huesos
para cebar alguna merienda celeste, lejana.
Queda en la mano esta condensación de lágrimas,
una piedrita a la medida de un duelo íntimo
por tanta muerte imperceptible, privada.
Convalecencia de una estrella
caída de un mundo donde las palabras no mienten
y la desnudez es la talla del juego
y el tiempo no juega a que nos amasa.
Se exilian candores en el esmalte ya inútil
y quedan jugando en tierra las mañanas antiguas.
la voracidad que nos convida a ser harina
en esta molienda lenta, extraña.
Ya en tu cuerpo la vida inaugura otros filos
y planta estandartes de cordura
y te enciende ferocidades nuevas;
otros dientes para triturar las espigas
de los días que te aguardan.
y planta estandartes de cordura
y te enciende ferocidades nuevas;
otros dientes para triturar las espigas
de los días que te aguardan.
Laura Giordani, de Noche sin Clausura,
8 comentarios:
Simplemente excelente. Hacia tiempo que no leía poesía buena... y la tuya me encantó. Volveré seguramente por aquí.
Bienvenida a este blog Vero y me alegra que hayas disfrutado el poema.
Me daré una veltecita por tu blog.
Saludos y gracias!
Laura.
Qué fuerza tiene tu delicado decir, sin fisura.
Un beset
Y qué alentadora tu presencia continuada, amigo.
Gracias Víktor!
Laura.
Donde el tsunami de sus dientes se avalanzaba hacia el dique de su boca...
Los dientes en poesía me traen imágenes muy gráficas. Siempre es un placer leerte
Es cierto Nuria; hay imágenes muy elocuentes a veces menospreciadas por los poetas: los pelos, los dientes, las migas... todo puede ser materia poética. Y un diente de leche caído... qué elocuente ¿no?
Me da gusto recibir tu visita.
Saludos,
Laura.
Estupendo Laura,
Me encanta sencillamente.
Se percibe un candor especial.
Un abrazo,
Estel J.
Querida Estel:
Es el candor de lo que cae, lo que queda en nuestra mano como saldo, las flores trituradas por el granizo.
Gracias por tu comentario.
Otro abrazo,
Laura.
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