Las señales que hacemos en los mapas y Skinny Cap: la corriente que hermana dos libros




Me emociona de una manera muy particular -esa que abre algo parecido a un nido en el pecho, acompañar la presentación de Las señales que hacemos en los mapas de Laura Casielles y Skinny Cap de Martha Asunción Alonso, ambos editados por Libros de la Herida que llevan adelante los poetas José María Gómez Valero y David Eloy Rodríguez. 

Ellos alumbran sus libros con la misma lucidez con la que viven y respiran, sustrayéndolos de su cosificación y de ese estatus de mercancía que el campo les tiene deparado, donde la experiencia de publicar significa no solo cuidar la forma, el cuerpo del libro, sino también cuidar los vínculos, cuidar al otro, alumbrar con amor. Y esa energía se percibe en la misma materialidad del papel, es tangible.

No es casualidad que ambos libros se presenten juntos, se podría decir que están hermanados por una corriente que los conecta de manera subterránea, como esas raíces que conversan bajo tierra. 




Hablan de un viaje en dos direcciones aparentemente opuestas: en "Las señales que hacemos en los mapas" hay un movimiento que conduce hacia afuera, al encuentro de la otra orilla sin la cual los puentes no pueden revelar toda su hermosura -como dice Laura en un poema, al encuentro de los habitantes de ese otro lado devenidos semejantes en el solo acto de mirarles a los ojos. El otro movimiento, en "Skinny Cap" es de regreso: viaje adentro, a la infancia, al propio cuerpo. A los soportales donde se aprende a escribir. Y sea cual sea la dirección del viaje, hay extrañeza, aunque sea de regreso a casa: no se vuelve al mismo lugar y ya no somos aquellos que partieron. O como dice Albert Sánchez Piñol en una cita del libro de Laura, “El paisaje que un hombre ve, ojos afuera, acostumbra a ser el reflejo de lo que esconde, ojos adentro”.

La poesía es extranjería del lenguaje: las palabras, parecen ser pronunciadas por primera vez en el poema, descolocadas de la sintaxis convenida, extrañándolas del saqueo continuo a que son sometidas. También es lenguaje en resistencia, si creemos con Octavio Paz que el poema es el lenguaje erguido, rescatado del vaciamiento y el abuso sistemático. O de su confinamiento a un valor meramente instrumental, como mercancía. Y lo poético comienza precisamente, allí donde el lenguaje rebasa su función instrumental. El poeta es extranjero en su propia lengua y querrá traspasar las aduanas del sentido convenido, pero no hay más camino que naufragar, jugarse la vida para llegar a la orilla.




Marrakech, Fez, Casablanca, Rabat, Tanger, Asilah… no son destinos en el catálogo de una agencia de viajes, sino ciudades que dan nombre a poemas de "Las señales que hacemos en los mapas" que, de hecho, se contrapone al modo turista como metáfora de la manera en que chapoteamos por la superficie, los estereotipos a los que reducimos al otro. Laura traza la cartografía de quien ha hollado y respirado los lugares, quebrando el simulacro de la postal, trazar en un cuaderno de viaje la cartografía de un mundo que no quiere extinguirse. Asilah, Tánger, Rabat… cenizas de un fuego mal apagado. Ciudades sitiadas, inclinadas sobre sus dédalos llamados barrios viejos, con sus heridas, sus historias de daño y resistencia. Con sus casas y rostros que no pueden ser vistos desde un tren de alta velocidad o que no pueden vernos a nosotros tras las ventanas entintadas de un autobús.

La hospitalidad sobrevuela todo el poemario, la intemperie del viajero encuentra alivio en la tibieza que lo acoge, le cede su cama y recupera la palabra bienvenido en todos los idiomas necesarios. Hospitalidad que no espera nada a cambio.

Me di cuenta, después, de que, en su vulnerabilidad, el extranjero sólo podía contar con la hospitalidad que le brindase el prójimo. Igual que las palabras se benefician de la hospitalidad de la página en blanco y el pájaro, de la hospitalidad, incondicional, del cielo.

 [Edmond Jabés, El libro de la hospitalidad]




En "Skinny Cap", el pasado se incorpora en el presente del poema, recupera la memoria del barrio de la infancia, el barrio que resiste, los poemas alojan como muros en blanco el pulso de aquellos grafiteros del Madrid de los años ochenta, del extrarradio, donde Martha pasó su infancia y adolescencia. (Muelle, Bleck, La Rata…).El grafiti es una forma de resistencia, de irrupción de vida en el muro desdiciendo su mortal grisura. Da igual si esos grafitis se hacen en Pompeya en el año 79 de nuestra era, las paredes de un barracón de Ravensbrück en las que un niño dibuja una mariposa con un pedacito de carbón o en un muro de Leganés. El grafiti, como el poema más urgente, grito, escritura que se escapa del confinamiento del papel, que resiste a la sintaxis de la muerte interrumpiendo la respiración agónica del trazado cotidiano. 


NATIONAL SCOTTISH GALLERY

¿Conoces algún pájaro
que cambiara los bosque por la palabra bosque?

(..)

¿Conoces algún pájaro que no quiera cambiar
su jaula
por la palabra jaula? Porque vivir
no cabe en un museo,

Rodin pensó, sin duda, en paredes y un rotring frente al mármol.




"Skinny cap" significa boquilla fina, esa que se le pone al spray cuando el grafitero desea trazar las líneas más finas y opera en el libro como una poderosa metáfora; con esa precisión y delicadeza escribe Martha sobre el barrio de la infancia, en la valla del colegio, en la pared donde se vuelve a ser pobre… Y también skinny es lo famélico, madres que no dan merienda, anorexia emocional como dice el poema que se llama así:


Porque conservo tus
palabras
como si fueran minerales.

Skinny por la anorexia emocional
Ver siempre el mes de mayo en ojo ajeno.

Memoria, homenaje: la dignidad de los que aun resisten el mandato de morir en vida.

Y el lugar del amor
son los buzones, las vallas de las obras,
las tapias de esas casas
donde anida la quiebra como un gesto
de vida.


Laura Giordani
Valencia, Febrero de 2015




Laura Casielles (Pola de Siero, Asturias, 1986) es una escritora española dedicada principalmente a la poesía.

Casielles es licenciada en periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, máster en estudios árabes e islámicos contemporáneos por la Universidad Autónoma de Madrid y Licenciada en Filosofía por la UNED. Vive en Madrid, tras residir en años anteriores en París y Rabat. Forma parte de la coordinación general de un portal de análisis e información de la vida árabe. Realiza traducciones del francés.

En 2008 publicó su primer libro, Soldado que huye (Hesperya). En 2010 obtuvo el XIII Premio de Poesía Joven Antonio Carvajal con su segundo poemario, Los idiomas comunes. Esta obra fue galardonada con el Premio Nacional de Poesía Joven Miguel Hernández 2011, concedido por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. En 2014 publicó su tercer poemario, Las señales que hacemos en los mapas (Libros de la Herida).

Ha publicado poemas, artículos, entrevistas y traducciones en revistas y periódicos como Hesperya, Ellas dicen de MLRS, Nayagua (publicación del Centro de Poesía José Hierro), Cuadernos Hispanoamericanos, Mordisco, Clarín, Ábaco, El Comercio, Atlántica XXIII y La Marea. Una selección de su obra ha sido traducida al italiano.



Martha Asunción Alonso (Madrid, 1986) es una poeta española con residencia en Francia. Es licenciada en Filología Francesa por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Estudios Avanzados en Historia del Arte por la Universidad de Zaragoza. Compagina la creación literaria con la docencia en Francia

Su obra poética ha sido reconocida en diversos certámenes, como el premio La Voz + Joven de la Obra Social de Caja Madrid (2009) y el Premio de Poesía Antonio Machado de la Fundación de Ferrocarriles Españoles (accésit en 2009).

La autora ha publicado los poemarios Cronología verde de un otoño (2009, Premio Blas de Otero de la UCM, Ediciones UCM), Crisálida (2010, Premio Nuevos Creadores de la Academia de Buenas Letras de Granada, Editorial Alhulia), Detener la primavera (2011, Premio Antonio Carvajal, Ediciones Hiperión), La soledad criolla (2013, Ediciones Rialp, premio Adonáis1 ), Skinny Cap (2014, Libros de la Herida) y Wendy (2015, Pre-Textos, VII Premio de Poesía Joven de RNE).

En 2012, su poemario Detener la primavera recibió una nueva distinción: el Premio Nacional de Poesía Joven Miguel Hernández,2 otorgado por el Ministerio de Cultura.

Algunos de sus poemas han aparecido en revistas literarias como Quimera, Piedra del Molino, Ellas dicen de MLRS, Nayagua (publicación del Centro de Poesía José Hierro), Ex Libris, La Madeja, Estación de poesía, Litoral, Paraíso, Eñe, Blusa o Mordisco. Ha participado en numerosos festivales y encuentros literarios. Una selección de su obra ha sido traducida al griego.



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