Dos poemas de La oscuridad de los gatos era nuestra oscuridad de Nilton Santiago





ESTA NOCHE HA VUELTO MI ÁNGEL A HUSMEAR LOS DESECHOS

En vano das de comer a las palomas del parque muertas hace años
de hambre y sed.
Es triste, lo sé, pero es posible que también tú tengas que morir
como los tristes animales de los laboratorios,
(como los desprestigiados chimpancés o los amables conejos albinos,
que, por sus grandes ojos y por su “bajo precio”,
son los más solicitados para el test Draize).
También ellos conocen el contenido de los cuchillos
y el contenido de los espejos cuando nos miramos y no nos vemos
y también las camillas repletas de bisturís y herrumbre
sobre la que los humanos, esos extraños seres, expiamos sus sueños.
Entonces, como un ridículo pelícano soñoliento,
entiendo, finalmente, la soledad de los grandes edificios abandonados
(sí Adam, como declaraciones de amor de las ciudades)
o el suave corazón de los gorriones al pronunciar tu nombre.
También tú has visto cómo las mariposas trabajan la soledad del hombre,
cómo su escalofrío penetra en nuestra espina dorsal
y en nuestros relojes blandos, perdidos en las horas,
entre desayunos fríos y camareros, muy mal pagados,
que cada día te hablan del atroz ángel que todos sabemos vive contigo
pero que, según dices, nunca has visto.
De pronto pienso en ti, en el blanco músculo de azúcar
que brotó de la piedra
para que la veas volar o, mejor aún, para que tan sólo lo imagines.
Sí, pienso en ti, como una fotografía recién nacida que se diluye entre mis manos
o como ese amable ángel que cada noche husmea mis deshechos
y me susurra al oído ese poema que nunca escribiste:
“entre la niebla
una barca hundiéndose / también yo parto”.







TAMBIÉN EL CORAZÓN DE BORIS VIAN ERA UNA ROSA ENFERMA

También el corazón de Boris Vian era una rosa enferma.
Venia cada noche a nuestras largas sobremesas, porque nos conocía muy bien
como el cuchillo de eviscerar conoce el intersticio de luz
en el vientre del pescado,
también Vian conocía la teología de los peces
y de los centauros y de las bicicletas, porque fue él
quien le dejó la moneda a Rimbaud cuando se le cayó su primer diente de leche.
Es cierto, Boris, quién conoce su corazón está enfermo
pero también el que arroja su tristeza en la boca del pescado,
como una moneda de hielo dentro de una valija de fuego,
o los que tienen el oscuro oficio de sacrificar a los caballos heridos.
Sí Boris, tuvimos amigos y heridas y amigos heridos,
quizá ahora pueblen los jardines que crecen
en esos mismos corazones que se negaban a bombear la sangre de los que fuimos
sí también tuvimos padres
y un nombre que preferimos olvidar a cada instante.
Ahora que te conozco bien, ya no compartimos nada
y si nos encontramos algún día en el mercado o quizás en la parada de bus,
es casi un milagro, eso que compartimos ahora que estamos juntos
y que ya no necesitamos el uno del otro
porque después del segundo suicido o del tercero,
es mejor acostúmbranos al oficio de sacrificar a los pobres caballos heridos,
a las rosas enfermas.







"Dentro de un árbol está previsto solamente lo que se oye, una visión dispersa del fingimiento de la verdad. El bosque, un campamento de árboles, es por tanto la voz bajo el disfraz de los teléfonos poniendo en contacto al lenguaje liberador con la muchedumbre acariciada por la dominación, complacientes usuarios del significado y clientela de la costumbre, una multitud de pequeños corazones enemistados con la felicidad. Dentro de un poema está previsto un psicoanalista, unas tenazas, una infusión de esponjas forestales. Oiréis dentro de este libro, como la digestión de una gran culebra, la vida de las palabras que suspende la niebla de su soberanía sobre todas las máscaras de la culpa. Es Nilton Santiago trayendo entre los dientes el oráculo legible. Es la duración extraordinaria de los encantamientos hasta hacer saltar los interruptores de la realidad. Oh Shiki, pero así es la muerte de fulgurante."

Del prólogo de Juan Carlos Mestre






Nilton Santiago nació en 1979 en la ciudad de Lima (Perú) donde cursó estudios de derecho y ciencias políticas y donde vivió hasta el 2005, año en el que pasó a residir en Mallorca, España. En el 2003 obtuvo el segundo Premio Nacional de Poesía Copé 2003 que mereció la publicación de El libro de los espejos (Ediciones Copé, Lima, 2005), certamen del que ha quedado finalista en su última edición (2011) con su libro Porque morir no es para tanto. Finalmente, en el 2012 obtuvo el II Premio Internacional de Poesía Joven de la Fundación José Hierro (2012) por La oscuridad de los gatos era nuestra oscuridad, libro de reciente aparición con el prólogo y varios grabados de Juan Carlos Mestre. En la actualidad vive y trabaja en Barcelona.

(Para mayor información: http://el-instante-anterior.blogspot.com.es/)