Perdiendo el último azúcar
entregada a la corriente
mortal de un domingo cae
y se alza con su canto eunuco,
estandarte de la resaca
sin resistencia que no sea
su sonido de arpa desgarrada.
La niña abre su mano
entregada a la corriente
mortal de un domingo cae
y se alza con su canto eunuco,
estandarte de la resaca
sin resistencia que no sea
su sonido de arpa desgarrada.
La niña abre su mano
---------------------la bolsa crisálida
huérfana con su piel
translúcida en jirones
se entrega a su carrera
de Ofelia enloquecida
por el parque.
8 comentarios:
Dónde lo mínimo e inane
cobra voz y respeto.
Dónde escuchar es tocar
la médula del mundo,
ahí,
dónde nace tu canto.
Tu Viktor
Me encanta como escribes Laura.
Un beso muy grande,
lu.
llego hasta aquí de mano de la página de ana, y sólo decirte que me encanta este poema donde la condensación reina.
un saludo
además, adoro a Pizarnik y tú no haces más que mencionarla, qué bien..
El canto nace de lo inane, lo ínfimo y encuentra alojo en tu mirada buena.
Un abrazo, Víktor.
Laura
Lu... qué luminosa estela vas dejando.
Un abrazo.
Nuria:
Muchas gracias por tu paso por el blog y tu comentario. Eres bienvenida y este es tu espacio también. La poesía de Alejandra Pizarnik sí que es condensación, potencia, sacrificio de lo accesorio.
Me alegra que compartamos amor por su poesía.
Me pasaré por tu rascacielos.
Saludos.
Laura,
Hasta me pareció sentirla corretear por aquí cerca.
Estupendo poema.
Enhorabuena.
Un abrazo,
Estel J.
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