Un poema de Antonio Martínez i Ferrer






Antonio Martinez leyendo poemas al

poeta Antonio Gamoneda





"Siento que mi voz esté en el corazón de ese universo de dolor que ocasiona la crueldad humana"
Antonio Martinez i Ferrer




El niño muerto

Un niño armado con una piedra que lanzaba a un ejército ocupante ha sido asesinado, por este ejercito, en un lugar llamado Gaza.



Salta la furia.


Océanos de fuego,

uñas sin límites

clavándose en la carne.


No sangra la arteria

sangra el universo,


pequeño,

místico

-con la mirada de agua-

el niño muerto.



Antonio Martínez Ferrer (Alzira, Valencia, 1939) fue obrero de las artes gráficas desde los 15 años hasta su jubilación. De los 11 a los 15 años de edad trabajó en el campo en la recogida de la naranja y en los almacenes de comercialización.
Luchador y activista anti-franquista en las décadas de los 60 y 70 hasta la transición, sufrió (junto a Antoñita, su inseparable compañera, y sus cuatro hijos) el exilio político.
Actualmente reside en Alzira.
Como poeta ha publicado la trilogía de libros compuesta por El rumor del patio (Germanía, Valencia, 2006), Angustia (Germanía, Valencia, 2006) y Corre, corre, niño de arena (Germanía, Valencia, 2006), publicada doblemente en valenciano y en castellano.


3 comentarios:

Víktor Gómez Valentinos dijo...

Este es uno de los dos poemas que leí de Antonio Martínez. Porque es excelente poema, un caudal vertiginoso de dolor irrefrenable y de sensibilidad exquisita.
La palabra que cicatriza el olvido y reabre las heridas del miedo y la distancia.
Este poema del gran asunto
este poema del gran tema
este canto del gran punto
este canto del íntimo llanto
lo leí
hasta dejar la médula en la voz y las venas en la mesa de la sala Jovellanos.

Un estupor estallo en aplausos al poema de Antonio.

Y él, mientras tanto, en su soledad creadora, abierto al mundo y desparramado en letras, unía su silencio a la escritura emergente.

Emergente y tan lejana, con la uña en un verso inoido aún y la carne en Gijón, en la página que leí y abrazaron los asistentes al recital.

Buena elección, Laura. Esta vez volvemos a coincidir.

Buenas boches

Tu Victor

Laura Giordani dijo...

Estamos de acuerdo Víktor... y me conmueve profundamente cuando la lira se estremece no sólo por los contornos del lenguaje y lo puramente formal; sino también por el dolor del mundo, los latidos de un corazón invisibilizado que ensordecen los oídos y aturden la sensibilidad de poetas como Antonio Martínez. Qué bueno que esa conmoción que va más allá de la estética, haya penetrado en los corazones de quienes escuchaban sus poemas en el Ateneo Jovellanos.
Gracias por prestarle tu voz.
Un abrazo.
Laura

Mónica Angelino dijo...

Laura. me gustó conocer tu blogs y leer a Antonio, un beso
Mónica