Por
Laura Giordani
Cuatro años después de
la publicación de Caoscopia (Colección ONCE de Amargord
Ediciones, 2012), Yaiza Martínez nos invita en su último libro, La nada que parpadea (2016, Colección
eMe, Ediciones La Palma), a otro viaje que tiene mucho de viaje al origen, centro
germinal o primera morada. Al igual que
en anteriores poemarios, la escritura poética se articula conforme a una
geometría precisa y va desplegándose de acuerdo a una estructura espacial que
la precede; no como constricción formal, sino
como matriz ígnea: se trata de estructuras vivas, holones, fractales.
Basta recordar cómo en Siete-los perros del cielo,
la escritura adoptaba una estructura en espiral, mientras que en El
Hogar de los animales Ada y Agua era
la de red o telaraña, genealogía femenina que hila memoria y lenguaje.
La figura elegida -o
que elige ahora al pulso de Yaiza- es la del laberinto, concretamente
y tal como da cuenta la autora en una nota de contraportada, el
laberinto de la catedral de Chartres. Yaiza habla de posible casualidad en esa
elección; en todo caso, sería un “azar cargado de sentido” ya que en el centro de
dicho laberinto se encuentra la flor de la vida, símbolo de la energía
femenina. De hecho, es de las pocas catedrales donde se venera de manera central
y ancestral la figura de la virgen. Se trata de un mandala cosmológico y
calendario de base lunar que tiene su fundamento en la geometría sagrada.
Mientras que el círculo es universalmente reconocido como símbolo de totalidad
y unidad, la espiral es símbolo de transformación y crecimiento
El laberinto
es el hilo
es el laberinto
es el hilo
Cuenta la leyenda que
en este punto telúrico un sacerdote druida tuvo una visión en la que una “virgen” daría
a luz a un niño. Los druidas tallaron una imagen de madera y la colocaron en la
cámara que protegía al dolmen, junto al pozo, y recibió el nombre de “virgen
bajo tierra”. Una virgen que representaría las fuerzas de la madre tierra en gestación
que dará a luz la semilla-niño.
La vocera anhela
ordenar su
cuerpo con la estructura
Como la vocera, Yaiza Martínez ordena su voz de
acuerdo a una estructura circular y laberíntica: los cantos del principio se
recrean. El libro está organizado en
doce partes, once de ellas señaladas con números romanos mientras la última
lleva el nombre de “Jenabe” y sería aquello que resiste cualquier
cuantificación porque es origen y semilla. La estructura se asemeja a los once
círculos del laberinto de Chartres, círculos que hay que atravesar, más un
camino directo; el doce o vía segura; es decir, sin caminos
falsos ni riesgo de extraviarse ya que
su senda conduce siempre el centro, para luego retornar hacia la salida.
La
hija de la ciudad en el laberinto se adentra.
Separa
los labios. Habrá de darse al dorado
adormecer
al
monstruo,
peligrar,
pues
todos temen a la mensajera como
[portadora
de la desgracia
Mercurio representa al
lenguaje que sirve para que la protagonista, la vocera, pueda hacer advertencias a su pueblo. Y también representa
la trampa del lenguaje. Lo uno y lo múltiple como la nada del propio laberinto;
el engañador.
Si pudiera, por
Mercurio,
entregar un solo
mensaje a tiempo
“¡agua, agua
viva se cierne!”
que sea
escuchado
-más los pierde
la fe
en los
satélites-
Sin embargo, no nos engañemos
con las numerosas referencias a arquetipos y seres mitológicos, La nada
que parpadea recorre y atraviesa con un lenguaje afilado la niebla de esta
época, rasgando el cinismo del discurso oficial; un mundo sin símbolos
sostenido por un holocausto invisible. Un mundo que venera y alza a Heces y a Dinero
como sus únicos dioses. Hay pasajes con rotundas referencias a ese mundo en
descomposición, al ecocidio y también a la amenaza que se cierne sobre la
biosfera entera, una advertencia a una civilización que edifica su bienestar
sobre el incesante sacrificio de otros:
“Por
el bien de los nuestros,
consumimos al prójimo…
Y
esa es la razón del adoquinado
de
huesecillos”,
recitaban los
barones en los platós. Hembras
con gargantillas
les sonreían.
Luces de
plástico insultaban a los colores
Un mundo que ha
olvidado la naturaleza del Uno que lo contiene y en el que los fragmentos
luchan por mantener su primacía en una suerte de amnesia o “extravío” de la
unidad primigenia. Un mundo que parece sordo a cualquier voz que no sea la de
las pantallas, hechizado por los móviles de última generación fabricados en
base al sacrificio en las minas de la periferia.
Todo
debe regresar a la ternura
¿Acaso
no fuiste niño?
No
encuentra respuesta. Entonces mendiga; ama
y aprende
del intelecto
del corazón
El intelecto del
corazón, iluminado por la fuerza del Uno, podría ser esa vía segura y directa,
sin extravíos, por el laberinto del progreso, del lenguaje y la falacia de la
separación. La geometría del Uno reclama con urgencia la reintegración de la
energía femenina secuestrada y del hemisferio cerebral derecho para restaurar
el equilibrio planetario:
Voces femeninas
han hecho
sonar los
instrumentos: en cada estrato
florece
su anhelo
ordenado
El jenabe, la más
pequeña de las semillas, proviene de una
esfera diferente y muy superior a la del intelecto porque es vida. La
salvación no se halla en lo grandilocuente, sino quizás en el potencial de
una partícula que porta en su interior una explosión de fruto. Un
minúsculo centro que custodia –invisible a los satélites- la gestación de un
nuevo mundo.
LA
FLOR VUELVE a la estructura;
cada
ciclo pinta de color el árbol
para
atraerla
por
el sendero de huellas como pétalos
hacia
la trampa del libro
La
geometría del Uno
pide
su voz
Afuera
está el escándalo
del
océano
con
todas sus formas finitas
Laura Giordani
Junio de 2016
Junio de 2016
Yaiza Martínez (Las Palmas de Gran Canaria, España, 1973) es narradora y poeta. Licenciada en Filología Hispánica por la UCM en 1997, ha trabajado como escritora, periodista, traductora, y profesora de escritura creativa y de español para extranjeros. Actualmente, es Directora de la revista on line de ciencias y humanidades Tendencias21.
Ha publicado los poemarios Rumia Lilith (Ateneo Obrero de Gijón, 2002), El hogar de los animales Ada (Devenir, 2007), Agua (Idea, 2008), Siete-Los perros del cielo (Leteo, 2010) y Caoscopia(Colección Once, Editorial Amargord, 2012); así como la plaquette El argumento de la realidad (2014), en la Colección Poética y Peatonal. Ejemplar Único, que edita, con pinturas propias, el artista argentino Gabriel Viñals. Esta plaquette fue reditada en noviembre de 2014 por Ediciones Tigres de Papel (Madrid). En 2016 ha publicado La nada que parpadea, en la coleccióneme de Ediciones La Palma.
También es autora de la novela, Las mujeres solubles (Lulu.com, 2008) y de la novela juvenilInterbrain (inédita). Ha sido incluida en la antología de poesía Poetas en blanco y negro. Contemporáneos (Abada Editores, 2006); en la antología de relato breve Tripulantes (Editorial Eclipsados, 2007); en la Antología de Poesía Iberoamericana Contemporánea en Griego de Vakxikon (2013); y en los libros conjuntos Por donde pasa la poesía (Baile del Sol, 2011), La voz de la ciencia (PIAS Spain, 2012), Los colores del conocimiento (Lola Books, 2013), Desviada Luz. Antología gongorina para el siglo XXI (Delirio, 2014), Marca(da) España (Amargord, 2014),28.28 La Europa de las Escritoras (Gobierno de Cantabria, 2015), Limados (Amargord, 2016) yTraslúcidas (Bartleby, 2016).
Parte de su obra ha sido traducida al inglés, al griego y al noruego; y ha aparecido publicada en diversos medios como ABC, El signo del gorrión, Vera, Los noveles, Sol Negro, Artes Hoy, Afterspot, etc.
Esta reseña fue elaborada para el número 24 de la revista de poesía de la Fundación José Hierro, Nayagua, aquí el enlace al ejemplar de la misma:
https://issuu.com/julioreija/docs/revista_nayagua_24
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