Antes de la religión
dentro era afuera
hilandera del azar
misericordiosa
fina trenza de concatenaciones
misericordiosa
inmensidad que nos alberga
entre sus brazos oscuros
a manos llenas
disposición
Luego el abrigo ajado de la mujer que baja la calle al final
de una guerra
trastabillando
ante la inminencia del semen
sus labios estremecidos y amoratados
Me mira con grietas desde el ruido de sus tacones
en la calle sólo existen ella
y su gusto
por el hambre
Sin separar los labios
mastico la verdadera unión
escupo luz
bajo la tapa
ante los ojos de todos
La fortaleza del jardín
columnas leñosas
me hace prometer un albergue en el poema
al que mira
digo
no tengo más que la luz del hueso
Es cierto que hay un enjambre de cadáveres
alrededor del río
estampados en la voz
hablan los muertos
no sabemos si seguirlos
o vivir
satisfaciendo a la forma
Sólo la luz
entrelaza
los dedos de ambas manos
El poema es la expiación
de la carne que aparece
Los escucho asentir en el rumor
del viento entre las hojas
Del libro El hogar de los animales Ada, Editorial Devenir 2006.
"Es así como el poema se convierte en expiación, según reza el título de esta última parte. La palabra, esa búsqueda de una geometría de la vivencia de la madre-araña, ha de redimirnos de nuestro ser caído, tenemos lenguaje porque nada es perfecto, pero lo tenemos también para saber y para curarnos de las heridas.
Si todo el libro habla de la palabra como el lugar donde realmente tiene lugar la vivencia, la última parte es fundamentalmente metapoética, es una toma de conciencia pero también un bálsamo para aceptar la caída: "¿Quién cantará // dolor atragantado?" (p. 67). La ciudad es ahora el símbolo de la palabra truncada, de la palabra que chirría: "cataratas de chatarra" (p. 57), pero que revela una verdad en su chirriar; allí la palabra sirve sólo para gritar al otrEl poema debe expiar todas estas actitudes violentas y de exclusión.
El poema es entonces, se nos dice, albergue, el lugar de la luz, pero también una petición de perdón por el mal del mundo, por cierta mala conciencia de engendrar: el poema es la expiación de la carne que aparece, es génesis, caída, pero también cumplimiento, porque en el espacio donde no hay poema, donde sólo hay el caos y urdimbre de líquenes cegadores allí sólo somos niños perdidos (pp. 69-70).o (p. 59), y no para susurrarle, ni mucho menos para dormirle"
Fragmentos sobre el libro El hogar de los animales Ada.
Poeta y narradora, Yaiza Martínez es Licenciada en Filología Hispánica (UCM).
Libros de poesía: Rumia Lilith (2001), El hogar de los animales Ada (Editorial Devenir, 2007) y Agua (Ediciones Idea, 2008).
Es también autora de la novela Las mujeres solubles (Lulu.com, 2008). Poemas suyos han aparecido en diversas publicaciones como El signo del gorrión, Vera, Los noveles o ABC Cultural. Ha traducido El Señor de Ballantrae de R. L. Stevenson (2005) para la editorial Marenostrum. Ha ejercido la crítica literaria en la revista Reseña.
En la actualidad es traductora y redactora-jefe de la revista de Ciencia y Humanidades Tendencias21.
http://www.tendencias21.net/literaria
18 comentarios:
Magnífica poeta Laura, como tu presentación, impecable y sensible.
Querida Ana María:
Una alegría volver a recibirte por aquí. Te aseguro que vale la pena la lectura de la poesía de Yaza, sé que te encantaría.
Gracias por tu delicadeza.
Un abrazo grande,
Laura.
Leí hace un tiempo el poemario al que pertenecen estos dos bellos poemas y lo cierto es que en la relectura crecen más. Tu entrada -además de estar preciosamente acompañada por esas imágenes en blanco y negro- es una valiosa muestra de esta poesía que se sumerge en un espacio difícil de precisar y precisamente por eso tanto más interesante.
Ya el primer poema ahonda en esa in-diferencia entre lo interno y lo externo que lo religioso separa, para empezar, construyendo un dualismo allí donde sólo hay "una" experiencia. Ese dualismo es el que construye “categorías de femineidad” (algunas jerarquizadas en detrimento de otras, aunque a grandes rasgos, poniendo como polos a la "madre" y a la "puta"). Quizás ese poema inicial sea un cuestionamiento a esa jerarquía en la que algunas mujeres quedan estigmatizadas, para trazar un puente y reivindicar aquello que a los ojos de otros sería más bien vergonzante. No me extraña la íntima unión que alguien sensible pueda sentir ante esos seres borrados de la primera plana, “fuera de campo”, casi insignificantes si no fuera por la mirada que los rescata.
El segundo texto, como poética, me parece excelente. Anticipa la decepción inevitable de quien persigue un albergue pleno, aunque enarbole secretamente esa promesa –un espacio continente, capaz de abrigar-. Lo que queda es la “luz del hueso”, exposición de la fractura, zumbido lejano de muertos que retornan y que a veces alguien quiere expulsarlos para poder vivir, para que la vida no sea sola supervivencia. Pero el juego de formas –el ideal estético- no alcanza. Estamos sometidos a esa tensión, y los muertos seguirán hablando, en su rumor de viento. Nosotros, sin más remedio, seremos lanzados a ese intento de expiación que es lo único que justifica (retroactivamente) el poema. Y para ello, no queda más que atravesar el pasaje por la carencia, la memoria que no quiere edificar sobre el olvido.
En fin Laura, aunque poemas así dan para mucho más, interrumpo aquí con la esperanza de volver.
Muchas gracias por traer estos poemas por aquí.
Un beso,
Arturo
Querido Arturo:
Arriesgada lectura de esos dos poemas; me gusta el puente que trazás para el primero. Lo exterior y lo interior vueltos nuevamente uno, devueltos a ese espacio sin dualidades. Masticar la verdadera unión... quizás en esa separación esté no sólo la identidad femenina desdoblada, sino también el tiempo y el espacio. Un tiempo después de una guerra observado desde el presente, hecho presente cuando hasta podemos sentir el ruido de los tacones de esa mujer. Reconozco en esta poesía algo que también me gusta de Olvido García Valdés y es esa capacidad para hacer que los tiempos coexistan en un eterno presente (no abolido del todo), que los espacios se agrieten poniendo en crisis hasta la solidez de lo visible.
Gracias por tu lectura y tu comentario.
Un beso,
Laura.
Parecen poemas de algo que se ha desarreglado, de un mundo desunido, roto, donde ningún albergue puede ser alcanzado y el poema resulta bien insuficiente -aunque no haya más- para saber si seguir a los muertos o vivir. La misma, aparente, desarticulación del poema sugiere toda esta 'falta de sentido' y sin embargo cabe en ellos la esperanza, quizás, se me antoja, por la misma poesía, esa luz ante los ojos de todos.
'no tengo más que la luz del hueso´es un verso magnífico.
Un abrazo estival
Leonardo: qué alegría reencontrarte por aquí, imagino que has andado de vacaciones estivales. Eso que apuntas acerca de algo que se ha roto o deshecho es totalmente acertado en mi opinión.
También percibo esa fractura de fondo, esa dispersión después del golpe de agua: se retira el mar y quedan las algas como niños amontonados en la orilla, los juguetes, las cuerdas empapadas. Un mundo deslavazado que, sin embargo, no renuncia a la añoranza de un albergue.
No sé si tiene algo que ver el origen de Yaiza (es canaria) pero yo la siento una poesía insular en el sentido más radical, de archipiélago a la deriva, de naufragios y abandonos y esperas.
Gracias por contar con tu lectura sensible.
Un abrazo fuerte,
Laura.
Cuánto aprendo en cada visita. Gracias a Yaiza, a tí Laura, amiga exquisita y a quienes con sus comentantarios, despiertan un hambre que no supe, hasta que sucumbí.
Un abrazo.
Laura:
leí este libro cuando salió publicado, hace un tiempo.
Ya entonces me sorprendió su fuerza, y pensé que era una escritura que iba a crecer y a crecer (mientras que otras muchas, aun de autores consagrados, no hacen sino menguar). Pero iba a crecer desde el silencio, desde la discreción. Pensé: he aquí una escritura y una poeta que no hacen ruido, que apenas susurran e injertan el susurro en nuestro latido. Un aliento-otro se incorpora al ritmo de nuestra respiración sin forzarlo, acompasándose, y entonces reconocemos una voz hermana, un rumor de amistad, un tránsito hacia esa cosa desconocida y que, sin embargo, vamos tejiendo entre todos, como afluentes, desde cierta postración insumisa, con lucidez y fiereza.
Todo esto y más me despierta la escritura de Yaiza.
Abrazos para ti.
Querida Eli:
Qué bueno ese hambre del que hablas, hambre que invita a seguir indagando. La poesía de Yaiza tiene relieves que estoy segura te interpelarán intensamente.
En todo caso, muchas gracias por tu compañía.
Va un abrazo,
Laura.
Querido Antonio:
Qué bueno encontrarte por aquí, ya estaba extrañando tu huella luminosa de caracol. Y hablando de lentitud y crecimiento al modo del susurro, sí: la poesía de Yaiza es todo lo contrario a esa línea de menor esistencia que parecen seguir muchos poetas en estos días: crecimientos hipertróficos y así de poco duraderos. También tuve esa sensación tuya al leerla- ¿Has leído el libro Agua?
Te dejo un abrazo muy grande, amigo.
Laura.
Laura:
he leído "Agua", y ese crecimiento continúa ahí, y más allá...
besos para ti...
La verdad es que de forma casual he llegado hasta aquí y no puedo marchar sin decir que me he sentido impresionado por la sutileza y la estética de este blog, siento no ser un entendido y apasionado en la poesía, pero prometo volver por aquí de vez en cuando...
Querida Laura, muchísimas gracias por publicar aquí estos poemas con la delicadeza que caracteriza a tu blog. Gracias también a los lectores por estos comentarios tan amables, un abrazo para todos, Yaiza
Caín: gracias por dejar tu huella aquí.
Un saludo,
Laura.
Hola Nano:
Agradecer tus impresiones e invitarte a leer más de esta poeta excelente. Cuando quieras, eres bienvenido en este espacio.
Un saludo,
Laura.
Querida Yaiza:
Nada que agradecer. En realidad soy yo la agradecida: mi casita respira mejor y se enciende con tus poemas.
También agradezco contigo las lecturas y comentarios.
Un abrazo muy fuerte,
Laura.
Dejo un enlace del blog de Yaiza Las mujeres solubles, donde hay bastantes poemas y textos suyos:
http://lasmujeresolubles.blogspot.com/
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